Fábula X. El Amo y el Perro.

—Callen todos los perros de este mundo

Donde está mi Palomo:

Es fiel, decía el Amo, sin segundo

Y me guarda la casa... pero ¿cómo?

Con la despensa abierta

Le dejé cierto día;

En medio de la puerta

De guardia se plantó con bizarría.

Un formidable gato,

En vez de perseguir á los ratones,

Se venía guiado del olfato

Á visitar chorizos y jamones.

Palomo le despide buenamente;

El gatazo se encrespa y acalora:

Riñen sangrientamente,

Y mi Guardajamones le devora.—

Esto contaba el Amo á sus amigos,

Y después á su casa se los lleva

Á que fuesen testigos

De tal fidelidad en otra prueba.

Tenía al buen Palomo prisionero

Entre manidas pollas y perdices:

Los sebosos riñones de un carnero

Casi casi le untaban las narices.

Dentro de este retiro á penitencia

El triste fué metido

Después de algunos días de abstinencia.

Al fin, ya su Señor compadecido

Abre con sus amigos el encierro;

Sale rabo entre piernas agachado:

Al Amo se acercaba el pobre Perro,

Lamiéndose el hocico ensangrentado.

El Dueño se alborota y enfurece

Con tan fatales nuevas.

Yo le preguntaría ¿Y qué merece

Quien la virtud expone á tales pruebas?

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