Fábula V. El Lobo y el Mastín.

Trampas, redes y perros

Los celosos pastores disponían

En lo oculto del bosque y de los cerros,

Porque matar querían

Á un Lobo por el bárbaro delito

De no dejar á vida ni un cabrito.

Hallóse cara á cara

Un Mastín con el Lobo de repente,

Y cada cual se para,

Tal como en Zama estaban frente á frente

Antes de la batalla, muy serenos,

Aníbal y Escipión, ni más ni menos.

En esta suspensión treguas propone

El Lobo á su enemigo.

El Mastín no se opone,

Antes le dice:—Amigo,

Es cosa bien extraña por mi vida

Meterse un señor Lobo á cabricida.

Ese cuerpo brioso

Y de pujanza fuerte,

Que mate al jabalí, que venza al oso.

Mas ¿qué dirán al verte

Que lo valiente y fiero

Empleas en la sangre de un cordero?

El Lobo le responde:—Camarada,

Tienes mucha razón; en adelante

Propongo no comer sino ensalada.—

Se despiden y toman el portante.

Informados del hecho

Los pastores se apuran y patean:

Agarran al Mastín y le apalean.

Digo que fué bien hecho;

Pues, en vez de ensalada, en aquel año

Se fué comiendo el Lobo su rebaño.

¿Con una reprensión, con un consejo

Se pretende quitar un vicio añejo?

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