Fábula VI. La Hermosa y el Espejo.

Anarda la bella

Tenía un amigo

Con quien consultaba

Todos sus caprichos:

Colores de moda,

Más ó menos vivos,

Plumas, sombreretes,

Lunares y rizos

Jamás en su adorno

Fueron admitidos,

Si él no la decía:

«Gracioso, bonito».

Cuando su hermosura

Llena de atractivo,

En sus verdes años

Tenía más brillo,

Traidoras la roban

(Ni acierto á decirlo)

Las negras viruelas

Sus gracias y hechizos.

Llegóse al espejo:

Éste era su amigo,

Y como se jacta

De fiel y sencillo,

Lisa y llanamente

La verdad la dijo.

Anarda furiosa,

Casi sin sentido,

Le vuelve la espalda

Dando mil quejidos.

Desde aquel instante

Cuentan que no quiso

Volver á consultas

Con el señor mío.

Escúchame Anarda:

«Si buscas amigos

Que te representen

Tus gracias y hechizos,

Mas que no te adviertan

Defectos, y aun vicios

De aquellos que nadie

Conoce en sí mismo;

Díme ¿de qué modo

Podrás corregirlos?»