Fábula XIII. El Ciervo en la fuente.

Un Ciervo se miraba

En una hermosa cristalina fuente:

Placentero admiraba

Los enramados cuernos de su frente

Pero, al ver sus delgadas largas piernas,

Al alto cielo daba quejas tiernas.

«¡Oh dioses! ¿á qué intento,

Á esta fábrica hermosa de cabeza

Construís su cimiento,

Sin guardar proporción en la belleza?

¡Oh qué pesar! ¡oh qué dolor profundo,

No haber gloria cumplida en este mundo!

Hablando de esta suerte

El Ciervo vió venir á un lebrel fiero.

Por evitar su muerte

Parte al espeso bosque muy ligero;

Pero el cuerno retarda su salida

Con una y otra rama entretejida.

Mas libre del apuro

Á duras penas, dijo con espanto:

«Si me veo seguro,

Pese á mis cuernos, fué por correr tanto.

Lleve el diablo lo hermoso de mis cuernos;

Haga mis feos pies el cielo eternos».

Así frecuentemente

El hombre se deslumbra con lo hermoso:

Elige lo aparente,

Abrazando tal vez lo más dañoso;

Pero escarmiente ahora en tal cabeza.

El útil bien es la mejor belleza.