Fábula XIV. El León y la Zorra.

Un León, en otro tiempo poderoso,

Ya viejo y achacoso,

En vano perseguía hambriento y fiero

Al mamón becerrillo y al cordero,

Que trepando por la áspera montaña

Huían libremente de su saña.

Afligido del hambre á par de muerte,

Discurrió su remedio de esta suerte:

Hace correr la voz de que se hallaba

Enfermo en su palacio, y deseaba

Ser de los animales visitado.

Acudieron algunos de contado;

Mas, como el grave mal que lo postraba

Era una hambre voraz, tan sólo usaba

La receta exquisita

De engullirse al Monsieur de la visita.

Acércase la Zorra de callada,

Y á la puerta asomada,

Atisba muy de espacio

La entrada de aquel cóncavo palacio.

El León la divisó, y en el momento

La dice:—Ven acá, pues que me siento

En el último instante de mi vida:

Visítame como otros, mi querida.

—¿Cómo otros? ¡ah, Señor! he conocido

Que entraron, sí, pero que no han salido.

Mirad, mirad la huella,

Bien claro lo dice ella;

Y no es bien el entrar do no se sale.

La prudente cautela mucho vale.