Fábula XVI. El Labrador y la Cigüeña.

Un Labrador miraba

Con duelo su sembrado,

Porque gansos y grullas

De su trigo solían hacer pasto.

Armó sin más tardanza

Diestramente sus lazos,

Y cayeron en ellos

La Cigüeña, las grullas y los gansos.

—Señor rústico, dijo

La Cigüeña temblando,

Quíteme las prisiones,

Pues no merezco pena de culpados.

La diosa Ceres sabe,

Que lejos de hacer daño,

Limpio de sabandijas,

De culebras y víboras los campos.

—Nada me satisface,

Respondió el Hombre airado:

Te hallé con delincuentes,

Con ellos morirás entre mis manos.

La inocente Cigüeña

Tuvo el fin desgraciado

Que pueden prometerse

Los buenos que se juntan con los malos.