Fábula XV. La Cierva y el Cervato.

Á una Cierva decía

Su tierno Cervatillo:—Madre mía,

¿Es posible que un perro solamente

Al bosque te haga huir cobardemente,

Siendo él mucho menor, menos pujante?

¿Por qué no has de ser tú más arrogante?

—Todo es cierto, hijo mío;

Y cuando así lo pienso, desafío

Á mis solas á veinte perros juntos:

Figúrome luchando, y que difuntos

Dejo á los unos; que otros falleciendo,

Pisándose las tripas, van huyendo

En vano de la muerte;

Y á todos venzo de gallarda suerte.

Mas, si embebida en este pensamiento,

Á un perro ladrar siento,

Escapo más ligera que un venablo,

Y mi victoria se la lleva el diablo.

Á quien no sea de ánimo esforzado,

No armarle de soldado;

Pues por más que, al mirarse la armadura,

Piense, en tiempo de paz, que su bravura

Herirá, matará cuanto acometa;

En oyendo en campaña la trompeta,

Hará lo que la corza de la historia,

Mas que el diablo se lleve la victoria.