Fábula IX. El Cuervo y el Zorro.

En la rama de un árbol,

Bien ufano y contento,

Con un queso en el pico

Estaba el señor Cuervo.

Del olor atraído

Un Zorro muy maestro,

Le dijo estas palabras

Á poco más ó menos:

—Tenga usted buenos días,

Señor Cuervo, mi dueño:

¡Vaya! que estáis donoso,

Mono, lindo en extremo.

Yo no gasto lisonjas,

Y digo lo que siento,

Que si á tu bella traza

Corresponde el gorjeo,

Juro á la diosa Ceres,

Siendo testigo el cielo,

Que tú serás el fénix

De sus vastos imperios.

Al oír un discurso

Tan dulce y halagüeño,

De vanidad llevado

Quiso cantar el Cuervo.

Abrió su negro pico,—

Dejó caer el queso.

El muy astuto Zorro,

Después de haberlo preso,

Le dijo:—Señor bobo,

Pues sin otro alimento

Quedáis con alabanzas

Tan hinchado y repleto,

Digerid las lisonjas,

Mientras digiero el queso.

Quien oye aduladores,

Nunca espere otro premio.