Fábula VIII. Las Ranas sedientas.

Dos Ranas que vivían juntamente,

En un verano ardiente

Se quedaron en seco en su laguna:

Saltando aquí y allí, llegó la una

Á la orilla de un pozo.

Llena entonces de gozo,

Gritó á su compañera:

—Ven y salta ligera.

Llegó, y estando entrambas á la orilla,

Notando como grande maravilla

Entre los agostados juncos y heno

El fresco pozo casi de agua lleno,

Prorrumpió la primera:—¿Á qué esperamos,

Que no nos arrojamos

Al agua que apacible nos convida?

La segunda responde:—Inadvertida,

Yo tengo igual deseo;

Pero pienso y preveo

Que, aunque es fácil al pozo nuestra entrada,

La agua, con los calores exhalada,

Según vaya faltando,

Nos irá dulcemente sepultando;

Y al tiempo que salir solicitemos,

En la Estigia laguna nos veremos.

Por consultar al gusto solamente,

Entra en la nasa el pez incautamente;

El pájaro sencillo en la red queda;

¡Y en qué lazos el hombre no se enreda!