Á un buen Cojo un descortés
Insultó atrevidamente:
Oyólo pacientemente
Continuando su carrera,
Cuando al son de la cojera
Dijo el otro: Una, dos, tres,
Cojo es.
Oyólo el Cojo; aquí fué
Donde el buen hombre perdió
Los estribos, pues le dió
Tanta cólera y tal ira,
Que la muleta le tira,
Quedándose, ya se ve,
Sobre un pie.
—Sólo el no poder correr
Para darte el escarmiento,
Dijo el Cojo, es lo que siento,
Que este mal no me atormenta:
Porque al hombre sólo afrenta,
Lo que supo merecer,
Padecer.