Fábula XVII. La Leona y el Oso.

Dentro de un bosque obscuro y silencioso,

Con un rugir continuo y espantoso,

Que en medio de la noche resonaba,

Una Leona á las fieras inquietaba.

Dícela un Oso:—Escúchame una cosa:

¿Qué tragedia horrorosa,

Ó qué sangrienta guerra,

Qué rayos, ó qué plagas á la tierra

Anuncia tu clamor desesperado

En el nombre de Júpiter airado?

—¡Ah! mayor causa tienen mis rugidos.

Yo, la más infeliz de los nacidos,

¿Cómo no moriré desesperada

Si me han robado el hijo? ¡ay desdichada!

—¡Hola! ¿conque eso es todo?

Pues si se lamentasen de ese modo

Las madres de los muchos que devoras,

Buena música hubiera á todas horas.

¡Vaya! ¡vaya! consuélate como ellas,

No nos quiten el sueño tus querellas.

Á desdichas y males

Vivimos condenados los mortales.

Á cada cual no obstante le parece,

Que de esta ley una excepción merece.

Así nos conformamos con la pena,

No cuando es propia, si cuando es ajena.