Fábula VI. El Lobo y la Cigüeña.

Sin duda alguna que se hubiera ahogado

Un Lobo con un hueso atragantado,

Si á la sazón no pasa una Cigüeña.

El paciente la ve, hácela seña;

Llega, y ejecutiva

Con su pico, jeringa primitiva,

Cual diestro cirujano,

Hizo la operación, y quedó sano.

Su salario pedía,

Pero el ingrato lobo respondía:

—¿Tu salario? ¿pues qué más recompensa

Que el no haberte causado leve ofensa,

Y dejarte vivir para que cuentes

Que pusiste tu vida entre mis dientes?

Marchó, por evitar una desdicha,

Sin decir tus ni mus la susodicha.

Haz bien, dice el proverbio castellano,

Y no sepas á quién; pero es muy llano

Que no tiene razón ni por asomo:

Es menester saber á quién y cómo.

El ejemplo siguiente

Nos hará esta verdad más evidente.