Con varios ademanes horrorosos
Los Montes de parir dieron señales:
Consintieron los hombres temerosos
Ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
Infundieron pavor á los mortales,
Estos Montes, que al mundo estremecieron,
Un ratoncillo fué lo que parieron.
Hay autores que, en voces misteriosas,
Estilo fanfarrón y campanudo,
Nos anuncian ideas portentosas;
Pero suele á menudo
Ser el gran parto de su pensamiento,
Después de tanto ruido, sólo viento.