Fábula IV. El León envejecido.

Al miserable estado

De una cercana muerte reducido,

Estaba ya postrado

Un viejo León del tiempo consumido:

Tanto más infeliz y lastimoso,

Cuanto había vivido más dichoso.

Los que cuando valiente,

Humildes le rendían vasallaje,

Al verlo decadente,

Acuden á tratarle con ultraje;

Que, como la experiencia nos enseña,

Del árbol caído todos hacen leña.

Cebados á porfía,

Le sitiaban sangrientos y feroces.

El Lobo le mordía;

Tirábale el Caballo fuertes coces;

Luego le daba el Toro una cornada;

Después el Jabalí su dentellada.

Sufrió constantemente

Estos insultos; pero reparando

Que hasta el Asno insolente

Iba á ultrajarle, falleció clamando:

—Esto es doble morir: no hay sufrimiento,

Porque muero injuriado de un Jumento.

Si en su mudable vida

Al hombre la Fortuna ha derribado

Con misera caída

Desde donde lo había ella encumbrado;

¿Qué ventura en el mundo se promete,

Si aun de los viles llega á ser juguete?