Pastores, los que fuerdes
Allá por las majadas al otero,
Si por ventura vierdes.
A aquél que yo más quiero,
Decidle que adolezco, peno y muero.
Declaración
En esta canción el alma se quiere aprovechar de terceros y medianeros para con su Amado, pidiéndoles le den parte de su dolor y pena; porque propiedad es del amante, ya que por la presencia no puede comunicarse con el Amado, de hacerlo con los mejores medios que puede. Y así, el alma de sus afectos, deseos y gemidos se quiere aquí aprovechar como de mensajeros que tan bien saben manifestar lo secreto del corazón a su Amado; y así, los requiere que vayan diciendo:
Pastores, los que fuerdes.
Llamando pastores a sus deseos, afectos y gemidos, por cuanto ellos apacientan al alma de bienes espirituales, porque pastor quiere decir apacentador; y mediante ellos se comunica Dios a ella y le da divino pasto, porque sin ellos poco se le comunica; y dice:
Los que fuerdes.
Que es como decir: Los que de puro amor saliéredes. Porque no todos los afectos y deseos van hasta él, sino los que salen de verdadero amor.
Allá por majadas al otero.
Llama majadas a las jerarquías y coros de los ángeles, por los cuales de coro en coro van nuestro gemidos y oraciones a Dios. Al cual aquí llama otero, por ser él la suma alteza, y porque en él, como el otero, se otean y ven todas las cosas y las majadas superiores e inferiores. Al cual van nuestras oraciones, ofreciéndoselas los ángeles, como habemos dicho, según lo dijo el ángel a Tobías, diciendo:
Quando orabas cum lacrymis, et sepeliebas mortus… ego obtuli orationem tuam Domino; «Cuando orabas con lágrimas y enterrabas los muertos, yo ofrecía tus oraciones a Dios». También se pueden entender estos pastores del alma por los mismos ángeles; porque, no sólo llevan a Dios nuestros recaudos, sino también traen los de Dios a nuestras almas, apacentándolas, como buenos pastores, de dulces comunicaciones e inspiraciones de Dios, por cuyo medio Dios también las hace, y ellos nos amparan y defienden de los lobos, que son los demonios. Ahora, pues, entienda estos pastores por los afectos, ahora por los ángeles, todos desea el alma que le sean parte y medios para con su Amado; y así, a todos les dice:
Si por ventura vierdes.
Y es tanto como decir: Si por mi buena dicha y ventura llegáredes a su presencia, de manera que él os vea y oiga donde es de notar que (aunque es verdad que Dios todo lo sabe y entiende, y hasta los mismos pensamientos del alma ve y nota, como dice Moisés) entonces se dice ver nuestras necesidades y oraciones, u oírlas, cuando las remedia o las cumple; porque, no cualesquier necesidades y peticiones llegan al colmo que las oiga Dios para cumplirlas, hasta que en sus ojos lleguen a bastante sazón y tiempo y número, y entonces se dice verlo y oírlo, según es de ver en el Éxodo, que, después de cuatrocientos años que los hijos de Israel habían estado afligidos en la servidumbre de Egipto, dice Dios a Moisés: Vidi aflictionem Populi mei… et descendi, ut liberem eum; Vi la aflicción de mi pueblo, y he bajado para librarlos. Como quiera que siempre la hubiese visto; y también dijo San Gabriel a Zacarías que no temiese, porque ya Dios había oído su oración, de darle el hijo que muchos años le había andado pidiendo, como quiera que siempre le hubiese oído; y así, ha de entender cualquier alma que, aunque Dios no acuda luego a su necesidad y ruego, que no por eso dejará de acudir en el tiempo oportuno; porque él es ayudador, como dice David, en las oportunidades y en la tribulación, si ella no desmayare y cesare. Esto, pues, quiere decir aquí el alma cuando dice:
Si por ventura vierdes.
Es a saber: Si por ventura es llegado el tiempo en que tenga por bien de otorgar mis peticiones.
Aquél que yo más quiero.
Es a saber, más que a todas las cosas. Lo cual es verdad cuando al alma no se le pone nada delante que la acobarde hacer y padecer por él cualquiera cosa de su servicio; y cuando el alma también puede con verdad decir lo que en el verso siguiente se dice, es señal que le ama sobre todas las cosas.
Decidle que adolezco, peno y muero.
En el cual representa el alma tres necesidades, conviene a saber, dolencia, pena y muerte; porque el alma que de veras ama a Dios con amor de alguna perfección, en la ausencia padece ordinariamente de tres maneras, según las tres potencias del alma, que son entendimiento, voluntad y memoria. Acerca del entendimiento, dice que adolece, porque no ve a Dios, que es la salud del entendimiento, según él lo dice por David diciendo: Salus tua ego sum; «Yo soy tu salud». Acerca de la voluntad, dice que pena, porque no posee a Dios, que es el refrigerio y deleite de la voluntad, según también lo dice David, diciendo: Torrente voluptatis tuae potabis eos; «Con el torrente de tu deleite nos hartarás». Acerca de la memoria, dice que muere, porque, acordándose que carece de todos los bienes del entendimiento, que es ver a Dios, y de los deleites de la voluntad, que es poseerle, y que también es muy posible carecer de él para siempre entre los peligros y ocasiones de esta vida, padece en esta memoria sentimiento a manera de muerte, porque echa de ver que carece de la cierta y perfecta posesión de Dios, el cual es vida del alma, según lo dice Moisés, diciendo: Ipse est enim vita tua; «Él ciertamente es tu vida».
Estas tres maneras de necesidades representa también Jeremías a Dios en los Trenos diciendo: Recordare paupertatis… absynthii, et felli; «Recuérdate de mi pobreza y del absintio y de la hiel». La pobreza se refiere al entendimiento, porque a él pertenecen las riquezas de la sabiduría del Hijo de Dios, en el cual, como dice San Pablo, están encerrados todos sus tesoros: In quo sunt omnes thesauri sapientiae, et scientiae absconditi. El absintio, que es yerba amarguísima, se refiere a la voluntad, porque a esta potencia pertenece la dulzura de la posesión de Dios, de la cual, careciendo, se queda con amargura; y que la amargura pertenezca a la voluntad espiritualmente, se da a entender en el Apocalipsis, cuando el ángel dijo a San Juan: Accipe librum; et devora illum, et faciet amaricari ventrem tuum; que en comiendo aquel libro le había de amargar el vientre, entendiendo allí por vientre la voluntad. La hiel se refiere, no sólo a la memoria, sino a todas las potencias y fuerzas del alma, porque la hiel significa la muerte del alma, según da a entender Moisés, hablando con los condenados, en el Deuteronomio diciendo: Fel draconum vinum eorum, et venenum aspidum insanabile; «Hiel de dragones será el vino de ellos, y veneno de áspides insanable». Lo cual significa allí el carecer de Dios, que es muerte del alma.
Estas tres necesidades y penas están fundadas en las tres virtudes teologales, que son fe, caridad y esperanza; las cuales se refieren a las dichas tres potencias por el orden que aquí se ponen, entendimiento, voluntad y memoria; y es de notar que el alma en el dicho verso no hace más que representar su necesidad y pena al Amado, porque el que discretamente ama no cura de pedir lo que le falta y desea, sino de representar su necesidad para que el amado haga lo que fuere servido, como cuando la bendita Virgen dijo a su amado Hijo en las bodas de Caná de Galilea, no pidiéndole directamente el vino, sino diciendo: Vinum non habent; «No tienen vino». Y las hermanas de Lázaro le enviaron a decir, no que sanase a su hermano, sino que mirase que al que amaba estaba enfermo: Domine, ecce, quem amas, infirmatur. Y esto por tres cosas: la primera, porque mejor sabe el Señor lo que nos conviene que nosotros; la segunda, porque más se compadece el amado viendo la necesidad del que lo ama y su resignación; la tercera, porque más seguridad lleva el alma acerca del amor propio y propiedad en representar la falta que en pedir lo que a su parecer le falta. Ni más ni menos hace acá ahora el alma representando sus tres necesidades; y es como si dijera: Decid a mi Amado que adolezco y él sólo es mi salud, que me dé mi salud, y que pues peno y él sólo es mi gozo, que me dé mi gozo, y que pues muero y él sólo es mi vida, que me dé vida.