Canción IV

¡Oh bosques y espesuras

plantadas por la mano del Amado!

¡Oh prado de verduras,

De flores esmaltado!

Decid si por vosotros ha pasado.

Declaración

Después que el alma ha dado a entender la manera de disponerse para comenzar este camino, para no se andar ya a deleites y gustos, y la fortaleza que ha de tener para vencerlas tentaciones y dificultades, en lo cual consiste el ejercicio del conocimiento de sí, que es lo primero que tiene de hacer el alma para ir al conocimiento de Dios, ahora en esta canción comienza a caminar, por la consideración y conocimiento de las criaturas, al conocimiento de su Amado, criador de ellas, porque, después del ejercicio del conocimiento propio, esta consideración de las criaturas es la primera por orden en este camino espiritual para ir conociendo a Dios, considerando su grandeza y excelencia por ellas, según aquello del Apóstol, que dice: Invisibilia enim ipsius, a creatura mundi, per ea, quae jacta sunt, intellecta, conspiciuntur, que es como si dijera: Las cosas invisibles de Dios son del alma conocidas por las cosas criadas visibles e invisibles.

Habla, pues, el alma en esta canción con las criaturas, preguntándoles por su Amado. Y es de notar que, como dice San Agustín, la pregunta que el alma hace a las criaturas es la consideración que en ellas hace del Criador de ellas. Y así, en esta canción se contiene la consideración de los elementos y de las demás criaturas inferiores, y la consideración de los cielos y de las demás criaturas y cosas materiales que Dios crió en ellos; y también la consideración de los espíritus celestiales, diciendo:

¡Oh bosques y espesuras!

Llama bosques a los elementos, que son tierra, agua, aire y fuego; porque, así como los amenísimos bosques están plantados y poblados de espesas plantas y arboledas, así lo están los elementos de espesas criaturas, a las cuales llama aquí espesuras, por el grande número y mucha diferencia que hay de ellas en cada elemento: en la tierra inumerables variedades de animales y plantas, en el agua inumerables diferencias de peces, en el aire mucha diversidad de aves, y el elemento del fuego concurre con todos para la animación y conservación de ellos; y así cada suerte de animales vive en su elemento, y está puesta y plantada en él como en su bosque y región, donde nace y se cría; y a la verdad, así lo mandó Dios en la creación de ellos, mandando a la tierra que produjese las plantas y los animales, y a la mar y agua los peces, y al aire hizo morada de las aves; y por eso, viendo el alma que él así lo mandó y que así se hizo, dice el verso siguiente:

Plantadas por la mano del Amado.

En el cual es ésta la consideración, es a saber, que estas diferencias y grandezas sola la mano del Amado, Dios, pudo hacerlas y criarlas. Donde es de notar que advertidamente dice por la mano del Amado; porque, aunque otras muchas cosas hace Dios por mano ajena, como de los ángeles y de los hombres, ésta, que es criar, nunca la hizo ni hace por otra que la suya propia; y así, el alma mucho se mueve al amor de su Amado, Dios, por la consideración de las criaturas, viendo que son cosas que por su propia mano fueron hechas; y dice adelante:

¡Oh prado de verduras!

Esta es la consideración del cielo, al cual llama prado de verduras, porque las cosas que hay en él criadas, siempre están con verdura inmarcesible, que ni fenecen ni se marchitan con el tiempo, y en ellas, como en frescas verduras, se recrean los justos; en la cual consideración también se comprehende toda la diferencia de las hermosas estrellas y otras plantas celestiales.

Este nombre de verduras pone también la Iglesia a las cosas celestiales cuando, rogando a Dios por las ánimas de los fieles difuntos, hablando con ellas, dice: Constituat te Christus Filius Dei vivi intra Paradisi sui semper amoena virentia; que quiere decir: «Constitúyaos Cristo, Hijo de Dios vivo, entre las verduras siempre deleitables de su Paraíso». También dice el alma que este prado de verduras está.

De flores esmaltado.

Por las cuales flores entiende los ángeles y almas santas, con las cuales está adornado aquel lugar, y hermoseado como un gracioso y subido esmalte en un vaso de oro excelente.

Decid si por vosotros ha pasado

Esta pregunta es la consideración que arriba queda dicha, y es como si dijera: Decid qué excelencias en vosotros ha criado.

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