Canción V

Mil gracias derramando

Pasó por estos sotos con presura,

Y yéndolos mirando,

Con sola su figura

Vestidos los dejó de su hermosura.

Declaración

En esta canción responden las criaturas al alma, la cual respuesta, como también dice San Agustín en aquel mismo lugar, es el testimonio que dan en sí de la grandeza y excelencia de Dios al alma que por la consideración se lo pregunta; y así, en esta canción lo que se contiene en sustancia es que Dios crió todas las cosas con gran facilidad y brevedad, y en ellas dejó algún rastro de quien él era, no sólo dándoles el ser de nada, más aún, dotándolas de inumerables gracias y virtudes, y hermoseándolas con el admirable orden y dependencia indeficiente que tienen unas de otras, y esto todo haciéndolo con su sabiduría, por quien las crió, que es el Verbo, su unigénito Hijo. Dice, pues, así:

Mil gracias derramando.

Por estas mil gracias que dice iba derramando se entiende la multitud de criaturas innumerable, que por eso pone aquí el número mayor, que es mil, para dar a entender la multitud de ellas, a las cuales llama gracias por las muchas gracias de que dotó a las criaturas, las cuales derramó, es a saber, todo el mundo poblando.

Pasó por estos sotos con presura.

Pasar por los sotos es criar los elementos, que aquí llama sotos, por los cuales dice que pasaba derramando mil gracias, porque los adornaba de todas las criaturas que son graciosas, y allende de eso, en ellas derramaba las mil gracias, dándoles virtud para poder concurrir con la generación y conservación de todas ellas, y dice que pasó, porque las criaturas son como un rastro del paso de Dios, por el cual se rastrea su grandeza, potencia y sabiduría, y otras virtudes divinas, y dice que este paso fue con presura, porque las criaturas son las obras menores de Dios, que las hizo como de paso; porque las mayores, en que más se mostró y en que él más reparaba, eran las de la encarnación del Verbo y misterios de la fe cristiana, en cuya comparación todas las más eran hechas como de paso y con apresuramiento.

Y yéndoles mirando,

Con sola su figura

Vestidos los dejó de su hermosura.

Según dice san Pablo, el Hijo de Dios es resplandor de su gloria y figura de su sustancia: Qui cum sit splendor gloriae, et figura substantiae ejus. Es, pues, de saber que con sola esta figura de su Hijo miró Dios todas las cosas, que fue darles el ser natural, comunicándoles muchas gracias y dones naturales, haciéndolas acabadas y perfectas, según se dice en el Génesis por estas palabras: Vidit Deus cuncta, quae fecerat, et erant valde bona; «Miró Dios todas las cosas que había hecho, y eran mucho buenas». El mirarlas mucho buenas era hacerlas mucho buenas en el Verbo, su Hijo; y no sólo les comunicó el ser y gracias naturales, como habemos dicho, mirándolas, mas también con sola esta figura de su Hijo las dejó vestidas de hermosura, comunicándoles el ser sobrenatural; lo cual fue cuando se hizo hombre, ensalzándole en hermosura de Dios, y por consiguiente a todas las criaturas en él, por haberse unido con la naturaleza de todas ellas en el hombre. Por lo cual dijo el mismo Hijo de Dios: Et ego si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad me ipsum; esto es: Si yo fuere ensalzado de la tierra, levantaré a mí todas las cosas; y así, en este levantamiento de la encarnación de su Hijo y de la gloria de su resurrección según la carne, no solamente hermoseó el Padre las criaturas en parte, mas podemos decir que del todo las dejó vestidas de hermosura y dignidad.

Anotación de la canción siguiente

Pero, demás de esto todo, hablando ahora según el sentido y afecto de contemplación, es de saber que en la viva contemplación y conocimiento de las criaturas echa de ver el alma haber en ellas tanta abundancia de gracias y virtudes y hermosura, de que Dios las dotó, que le parece estar todas vestidas de admirable hermosura y virtud sobrenatural, derivada y comunicada de aquella infinita hermosura sobrenatural de la figura de Dios, cuyo mirar viste de alegría y hermosura el mundo y a todos los cielos; así como también con abrir su mano, como dice David, llena todo animal de bendición: Aperis tu manum tuam: et imples omne animal benedictione. Y por tanto, llagada el alma de amor por este rastro que ha conocido en las criaturas de la hermosura de su Amado, con ansias de ver aquella hermosura, que es causa de estotra hermosura visible, dice la siguiente canción:

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