Canción XVIII

¡Oh ninfas de Judea!

En tanto que en las flores y rosales

El ámbar perfumea,

Morá en los arrabales,

Y no queráis tocar nuestros umbrales.

Declaración

En esta canción la esposa es la que habla, la cual, viéndose puesta según la porción superior espiritual en tan ricos y aventajados dones y deleites de parte de su Amado, deseando conservarse en la seguridad y continua posesión de ellos, en la cual el Esposo la ha puesto en las dos canciones precedentes; viendo que de parte de la porción inferior, que es la sensualidad, se le podría impedir, y que de hecho impide y perturba tanto bien, pide a las operaciones y movimientos de esta porción inferior que se sosieguen en las potencias y sentidos de ella, y no pase los límites de su región la sensual a molestar e inquietar la porción superior y espiritual del alma, porque no la impida, aun por algún mínimo movimiento, el bien y suavidad de que goza; porque los movimientos de la parte sensitiva y sus potencias, si obran cuando el espíritu goza, tanto más le molestan e inquietan, cuanto ellos tienen de más obra y viveza. Dice, pues, así:

¡Oh ninfas de Judea!

Judea llama a la parte inferior del alma, que es la sensitiva. Y llámala Judea porque es flaca y carnal y de suyo ciega, como lo es la gente judaica; y llama ninfas a todas las imaginaciones, fantasías y movimientos y aficiones de esta porción inferior. A todas estas llama, ninfas, porque como las ninfas, con su afición y gracia atraen para sí a los amantes, así estas operaciones y movimientos de la sensualidad sabrosa y porfiadamente procuran atraer a sí la voluntad de la parte racional, para sacarla de lo interior, a que quiera lo exterior que ellas quieren y apetecen, moviendo también al entendimiento, y atrayéndole a que se case y junte con ellas en su bajo modo de sentido, procurando conformar y atraer la parte racional con la sensual. Vosotras, pues, dice, oh sensuales operaciones y movimientos:

En tanto que en las flores y rosales.

Las flores, como habemos dicho, son las virtudes del alma, y los rosales son sus potencias, memoria, entendimiento y voluntad; las cuales llevan en sí y crían flores de conceptos divinos y actos de amor y las dichas virtudes. En tanto, pues, que en estas virtudes y potencias del alma dichas

El ámbar perfumea.

Por el ámbar entiende aquí el divino Espíritu del Esposo que mora en el alma. Y perfumear este divino ámbar en las flores y rosales es derramarse y comunicarse suavísimamente en las potencias y virtudes del alma, dando en ellas al alma perfume de divina suavidad. En tanto, pues, que este divino Espíritu está dando suavidad espiritual a mi alma,

Morá en los arrabales.

En los arrabales de Judea, que decimos ser la porción inferior o sensitiva del alma. Y los arrabales de ella son los sentidos sensitivos interiores, como son la memoria, fantasía e imaginativa, en las cuales se colocan y recogen las formas de imágenes y fantasmas de los objetos, por medio de las cuales la sensualidad mueve sus apetitos y codicias. Y estas formas son las que aquí llama ninfas; las cuales, quietas y sosegadas, duermen también los apetitos. Éstas entran a éstos sus arrabales de los sentidos interiores por las puertas de los sentidos exteriores, que son ver, oír, oler, etc. De manera que todas las potencias y sentidos, interiores o exteriores, de esta parte sensitiva las podemos llamar arrabales, porque son los barrios que están fuera de los muros de la ciudad; porque lo que se llama ciudad en el alma es allá lo de más adentro, conviene a saber, la parte racional, que tiene capacidad para comunicar con Dios, cuyas operaciones son contrarias a las de la sensualidad. Pero, porque hay natural comunicación de la gente que mora en estos arrabales de la parte sensitiva (la cual gente es las ninfas que decimos) con la parte superior, que es la ciudad, de tal manera, que lo que se obra en esta parte inferior ordinariamente se siente en la otra interior, y por consiguiente la hace advertir y desquietar de la obra y asistencia espiritual que tiene en Dios; por eso les dice que moren en sus arrabales, esto es, que se quieten en sus sentidos sensitivos interiores y exteriores.

Y no queráis tocar nuestros umbrales.

Esto es, ni aun por primeros movimientos toquéis a la parte superior; porque los primeros movimientos del alma son las entradas y umbrales para entrar en el alma, y cuando pasan de primeros movimientos en la razón, ya van pasando los umbrales; pero cuando sólo son primeros movimientos, sólo se dice tocar a los umbrales o llamar a la puerta; lo cual se hace cuando hay acometimientos a la razón de parte de la sensualidad para algún acto desordenado, pues no solamente dice el alma aquí que éstos no le toquen, pero aun las advertencias que no hacen a la quietud y bien de que goza no ha de haber.

Declaración

Anotación de la canción siguiente

Está el alma tan hecha enemiga en este estado de la parte inferior y de sus operaciones, que no querría que le comunicase Dios nada de lo espiritual, cuando lo comunica a la parte superior; porque ha de ser muy poco, o no lo ha poder sufrir, por la flaqueza de su condición, sin que desfallezca el natural, y por consiguiente padezca y se aflija el espíritu; y así, no lo pueda gozar en paz. Porque, como dice el Sabio, el cuerpo agrava el alma, porque se corrompe; Corpus enim quod corrumpitur aggravat animam. Y como el alma desea las más altas y excelentes comunicaciones de Dios, y éstas no las puede recibir en compañía de la parte sensitiva, desea que Dios se las haga sin ella. Porque aquella alta visión que vio San Pablo, del tercer cielo, en que dice que vio a Dios, dice él mismo que no sabe si la recibió en el cuerpo o fuera de él; pero, de cualquiera manera que fuese, fue sin el cuerpo, porque si él participara no lo pudiera dejar de saber, ni la visión pudiera ser tan alta como él dice, diciendo que oyó tan secretas palabras, que no es lícito al hombre hablarlas. Por eso, sabiendo también el alma que mercedes tan grandes se pueden recibir en vaso tan estrecho, deseando que se las haga el Esposo fuera de él, o a lo menos sin él hablando con él mismo, se lo pide en esta canción.

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