Canción XXVI

En la interior bodega

De mi Amado bebí, y cuando salía,

Por toda aquesta vega

Ya cosa no sabía

Y el ganado perdí que antes seguía.

Declaración

Cuenta el alma en esta canción la soberana merced que Dios le hizo en recogerla en lo interior de su amor, que es la unión o transformación de amor en Dios; y dice dos efectos que de allí sacó, que son olvido y enajenación de todas las cosas del mundo, y mortificación de todos sus apetitos y gustos.

En la interior bodega.

Para decir algo de esta bodega, y declarar lo que aquí quiere decir o dar a entender el alma, era menester que el Espíritu Santo tomase la mano y moviese la pluma. Esta bodega que aquí dice el alma, es el último y más estrecho grado de amor en que el alma puede situarse en esta vida; que por eso la llama interior bodega, es a saber, la más interior; de donde se sigue que hay otras no tan interiores, que son los grados de amor por do se sube a este último. Y podemos decir que estos grados o bodegas de amor son siete, los cuales se vienen a tener todos cuando se tienen los siete dones del Espíritu Santo en perfección, en la manera que es capaz de recibirlos el alma; y así, cuando el alma llega a tener en perfección el espíritu de temor, tiene ya en perfección el espíritu del amor; por cuanto aquel temor, que es el último de los siete dones, es filial, y el temor perfecto de hijo sale de amor perfecto de padre; y así cuando la Escritura Divina quiere llamar a uno perfecto en caridad, le llama temeroso de Dios; de donde, profetizando Isaías la perfección de Cristo, dijo: Replebit eum spiritus timoris Domini; que quiere decir: Henchirle ha el espíritu del temor del Señor, y también San Lucas al santo Simeón le llamó timorato, diciendo: Homo iste justus, et timoratus. Y así de otros muchos.

Es de saber que muchas almas llegan y entran en la primera bodega, cada una según la perfección de amor que tiene; mas a esta última y más interior pocas llegan en esta vida, porque en ella es ya hecha la unión perfecta con Dios, que llaman matrimonio espiritual, del cual habla ya el alma en este lugar. Y lo que Dios comunica a un alma en esta estrecha junta, totalmente es indecible y no se puede decir nada; así como del mismo Dios no se puede decir algo que sea como él, porque el mismo Dios es el que se le comunica con admirable gloria de transformación de ella. Y en este estado están ambos en uno, como si dijéramos ahora la vidriera con el rayo del sol, o el carbón con el fuego, o la luz de las estrellas con la del sol; pero no tan esencial y acabadamente como en la otra vida: Y así, para dar a entender el alma lo que en aquella bodega de vino recibe de Dios, no dice otra cosa, ni entiendo se podrá decir algo de ello, que decir el verso siguiente:

De mi amado bebí.

Porque, así como la bebida se difunde y derrama por todos los miembros y venas del cuerpo, así se difunde esta comunicación de Dios sustancialmente en toda el alma, o por mejor decir, por el alma se transforma en Dios; según la cual transformación bebe el alma de su Dios, según la sustancia de ella y según sus potencias espirituales; porque según el entendimiento bebe Sabiduría y ciencia, y según la voluntad bebe amor suavísimo y según la memoria bebe recreación y deleite en recordación y sentimiento de gloria; cuanto a lo primero, que el alma reciba y beba deleite sustancialmente, dícelo ella en los Cantares en esta manera: Anima mea lique facta est, ut locutus est; que quiere decir: «mi alma se regaló luego que le habló el Esposo». El cual hablar aquí es comunicarse al alma.

Y que el entendimiento beba sabiduría, en el mismo libro lo dice la Esposa, donde, deseando ella llegar a este beso de Unión y pidiéndole al Esposo, dijo: Ibe me docebis, et dabo tibi poculum ex vino condito; esto es: Allí me enseñarás, es a saber, sabiduría y ciencia en amor, y yo te daré a ti una bebida de vino adobado, conviene a saber, mi amor adobado con el tuyo. Cuanto a lo tercero, que es que la voluntad bebe allí amor, dícela también la Esposa en los dichos Cantares, diciendo: Introduxit me in cellam vinariam, ordinavit in me charitatem; que quiere decir: Metiome dentro de la bodega secreta y ordenó en mí caridad; que es tanto como decir: Diome a beber amor, metida dentro de su amor, o más claramente, hablando con propiedad: Ordenó en mí su caridad, acomodando y apropiando a mí su misma caridad. Lo cual es beber el alma de su Amado su mesmo amor, infundiéndole su Amado.

Donde es de saber, acerca de lo que algunos dicen, que no puede amar la voluntad sino lo que primero entiende el entendimiento, lo cual se ha de entender naturalmente; porque por vía natural es imposible amar, si no se entiende primero lo que se ama; mas por vía sobrenatural bien puede Dios infundir amor y augmentarle, sin infundir ni augmentar distinta inteligencia como se da a entender en la autoridad dicha, y está así experimentados de muchos espirituales, los cuales muchas veces se ven arder en amor de Dios, sin tener distinta más inteligencia que antes; porque pueden entender poco y amar mucho, y pueden entender mucho y amar poco; antes ordinariamente aquellos espirituales que no tienen muy aventajado entendimiento cerca de Dios, suelen aventajarse en la voluntad, y bástales la fe infusa por ciencia de entendimiento, mediante la cual les infunde Dios, caridad y se le augmenta, y el acto de ella que es amar más, aunque no se le augmente la noticia, como habemos dicho; y así, puede la voluntad beber amor sin que el entendimiento beba de nuevo inteligencia; aunque en el caso de que vamos hablando, en que dice el alma que bebió de su Amado, por cuanto es unión en la interior bodega, la cual es según todas las tres potencias del alma, como habemos dicho, todas ellas beben juntamente. Cuanto a lo cuarto, que según la memoria, beba el alma allí de su Amado, está claro, porque está ilustrada con la luz del entendimiento en recordación de los bienes que está poseyendo y gozando en la unión de su Amado.

Y cuando salía.

Esta divina bebida tanto endiosa y levanta el alma y la embebe con Dios, que cuando salía, es a saber, cuando acababa esta merced de pasar; porque, aunque esté el alma siempre en este alto estado de matrimonio, después que Dios le ha puesto en él, no empero siempre en actual unión según las dichas potencias, aunque según la sustancia del alma sí. Pero en esta unión sustancial del alma muy frecuentemente se unen también las potencias y beben en esta bodega, el entendimiento entendiendo y la voluntad amando, etc.; pues cuando ahora dice el alma cuando salía, no se entiende de la unión esencial o sustancial que tiene el alma ya, que es el estado dicho, sino la unión de las potencias, la cual no es continua en esta vida, ni lo puede ser. De ésta, pues, «cuando salía por toda aquesta vega», es a saber, por toda aquesta anchura del mundo.

Ya cosa no sabía

La razón es, porque aquella bebida de altísima sabiduría de Dios que allí bebió le hace olvidar todas las cosas del mundo, y le parece al alma que lo que antes sabía, y aun lo que sabe todo el mundo, es pura ignorancia en comparación de aquel saber. Para mejor entender esto, es de saber que la causa más formal de éste no saber del alma cosa del mundo, cuando está en este puesto, es quedar ella informada de la ciencia sobrenatural delante de la cual todo el saber natural y político del mundo antes es no saber que saber. De donde, puesto el alma en este altísimo saber, conoce por él que todo estotro saber que no sabe a aquello no es saber, sino no saber, y que no hay qué saber en ello; y declara la verdad del dicho del Apóstol, que dice que lo que es sabiduría delante de los hombres es estulticia delante de Dios: Sapientia enim hujus mundi stultitia est apud Deum. Y por eso dice el alma que ya no sabía cosa después que bebió de aquélla sabiduría divina; y no se puede conocer esta verdad, como es pura ignorancia en la sabiduría de los hombres y de todo el mundo, y cuán digno es de no ser sabido sino con esta verdad de estar Dios en el alma, comunicándole su sabiduría y confortándola con esta bebida de amor para que lo vea claro; según lo da a entender Salomón, diciendo: Visio, quam locutus est vivir, cum quo est Deus, et qui Deo secum morante confortatus ait: stultissimus sum virorum, et sapientia hominum non est mecum; esto es: «Ésta es la visión que vio y habló el varón con quien está Dios, y confortado por la morada que Dios hace en él, dijo: Insipientísimo son sobre todos los hombres y varones, y la sabiduría de ellos no está conmigo». Lo cual es porque, estando en aquel exceso de sabiduría alta de Dios, esle ignorancia la baja de los hombres; porque las mismas ciencias naturales y las mismas obras que Dios hace, delante de lo que es no saber a Dios es como no saber, porque donde no se sabe Dios no se sabe nada. De donde lo alto de Dios es insipiencia y locura para los hombres, como también dice San Pablo. Por lo cual los sabios de Dios y los del mundo son insipientes los unos para los otros; porque ni los unos pueden percibir la sabiduría de Dios y su ciencia, ni los otros la del mundo; por cuanto la del mundo, como habemos dicho, es no saber acerca de la de Dios, y la de Dios acerca de la del mundo.

Pero, demás de esto, aquel endiosamiento y levantamiento de mente en Dios, en que queda el alma como robada y embebida en amor, toda hecha un Dios, no la deja advertir a cosa alguna del mundo; porque, no sólo de todas las cosas, mas aun de sí queda enajenada y aniquilada, y como resumida y resuelta en amor, que consiste en pasar de sí al Amado. Y así, la Esposa en los Cantares, después que había tratado de esta transformación de amor suya en el Amado, da a entender éste no saber con qué quedó por esta palabra nescivi, que quiere decir no supe. Está el alma en este puesto, en cierta manera, como Adán en la inocencia, que no sabía qué cosa era mal; porque está tan inocente, que no entiende el mal ni juzga cosa a mal, y oirá cosas muy malas y las verá con sus ojos, y no podrá entender lo que son; porque no tiene en sí hábito de mal por donde lo juzgue, habiéndolo Dios raído los hábitos imperfectos y la ignorancia en que cae el mal del pecado con el hábito perfecto de la verdadera sabiduría; y así, también acerca de esto ya cosa no sabía.

Esta tal alma poco se entremeterá en las cosas ajenas, porque aun de las suyas no se acuerda; porque esta propiedad tiene el Espíritu de Dios en el alma donde mora, que luego la inclina a ignorar y no querer saber las cosa ajenas, mayormente las que no son para su provecho; porque el Espíritu de Dios es recogido y convertido a la misma alma, antes para sacarla de las cosas extrañas que para ponerla en ellas; y así, se queda el alma en un no saber cosa en la manera que solía. Y no se ha de entender que, aunque el alma queda en éste no saber, que pierde allí los hábitos de las ciencias adquisitos que tenía; porque antes se le perficionan con el más perfecto hábito, que es el de la ciencia sobrenatural que se le ha infundido, aunque ya estos hábitos no reinan en el alma, de manera que tenga necesidad de saber por ellos, aunque no impide que algunas veces sea. Porque en esta unión de sabiduría divina se juntan estos hábitos con la sabiduría superior de las otras ciencias, así como, juntándose una luz pequeña con otra grande, que la grande es la que priva y luce, y la pequeña no se pierde, antes se perficiona, aunque no es la que principalmente luce; así entiendo que será en el cielo, que no se romperán los hábitos que los justos llevaren de ciencia adquisita, y que no les harán mucho al caso, sabiendo ellos más que eso en la sabiduría divina. Pero las noticias y formas particulares de las cosas y actos imaginarios, y cualquiera otra aprehensión que tenga forma y figura, todo los pierde e ignora en aquel absorbimiento de amor; y esto por dos causas: la primera porque como actualmente queda absorta y embebida el alma en aquella bebida de amor, no puede estar en otra cosa actualmente ni advertir a ella; la segunda y principal, porque aquella transformación en Dios, de tal manera la conforma con la sencillez y pureza de Dios (en la eua no cae forma ni figura imaginaria), que la deja limpia y pura, y vacía de todas formas y figuras que antes tenía, purgada e ilustrada con sencilla contemplación; así como hace el sol en la vidriera, que infundiéndose en ella la hace clara, y se pierden de vista todas las máculas y motas que antes en ella parecían; pero vuelto a quitar el sol, luego vuelven a parecer en ella las nieblas y máculas de antes; mas el alma, como le queda y dura algún tanto el efecto de aquel acto de amor, dura también el no saber. De manera que no puede advertir en particular cosa ninguna hasta que pase el efecto de aquel acto de amor, el cual, como la inflamó y mudó en amor, aniquilola y deshízola en todo lo que no era amor, según se entiende por aquello que dijimos arriba de David: Quia inflammatum est cor meum, et renes mei commutatis sunt: et ego ad nihilum redactus sum, et nescivi; es a saber: Porque fue inflamado mi corazón, también mis renes se mudaron juntamente, y yo fuí resuelto en nada y no supe. Porque mudarse las renes por causa de esta inflamación del corazón es mudarse el alma, según todos sus apetitos y operaciones en Dios, en una nueva manera de vida deshecha ya y aniquilada de todo lo viejo que antes usaba; por lo cual dice el Profeta que fue resuelto en nada y que no supo; que son los dos efectos que decíamos que causaba la bebida de esta bodega de Dios; porque no sólo se aniquila todo su saber primero, pareciéndole todo nada, mas también toda su vida vieja e imperfecciones se aniquilan y se renueva en nuevo hombre; que es este segundo efecto, contenido en este verso:

Y el ganado perdí, que antes seguía.

Es de saber que hasta que el alma llegue a este estado de perfección, de que vamos hablando, aunque más espiritual sea, siempre le queda algún ganadillo de apetitos y gustillos y otras imperfecciones suyas, ora naturales y ora espirituales, tras de que se anda, procurando apacentarlos, en seguirlos y cumplirlos. Porque acerca del entendimiento suelen quedarle algunas imperfecciones de apetitos de saber. Acerca de la voluntad se dejan llevar de algunos gustillos y apetitos propios, ora en lo temporal, como poseer algunas cosillas y asirse más a unas que a otras, y algunas presunciones, estimaciones y puntillos en que miran, y otras cosillas que todavía güelen y saben a mundo; ora cerca de lo natural, como en la comida, bebida, gustar de esto más que de aquello, escoger y querer lo mejor, ora también cerca de lo espiritual, como querer gustos de Dios, y otras impertinencias que nunca se acabarían de decir, que suelen tener los espirituales no perfectos. Y acerca de la memoria, muchas variedades y cuidados y advertencias impertinentes, las cuales llevan al alma tras sí.

Tiene también acerca de las cuatro pasiones del alma muchas esperanzas, gozos, dolores y temores inútiles, tras de que se va el alma; y de este ganado ya dicho, unos tienen más y otros menos, tras de que se andan todavía, siguiéndolo hasta que, entrándose a beber en esta interior bodega, lo pierden todo, quedando, como habemos dicho, deshechos todos en amor; en la cual fácilmente se consumen estos ganados de imperfecciones del alma, de la manera que el orín y moho de los metales en el fuego. Y así, se siente libre el alma de todas niñerías de gustillos e impertinencias tras de que se andaba, de manera que pueda bien decir «El ganado perdí que antes seguía».

Anotación de la canción siguiente

Comunícase Dios en esta interior unión la alma con tantas veras de amor, que no hay afición de madre que con tanta ternura acaricie a su hijo, ni amor de hermano ni amistad de amigo que se le compare; porque llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma, ¡oh cosa maravillosa y digna de todo pavor y admiración!, que se sujeta a ella verdaderamente para la engrandecer, como si él fuese su siervo y ella fuese su Señor. Y está tan solícito en la regalar como si él fuese su esclavo y ella fuese su Dios: tan profunda es la humildad y la dulzura de Dios. Porque en esta comunicación de amor en alguna manera ejercita aquel servicio que dice en el Evangelio que hará a sus escogidos en el cielo: Amen dico vobis, quod precinget se, et faciet illos discumbere, et transiens ministrabit illis; es a saber, que ciñéndose, pasándose de uno a otro, los servirá. Y así, aquí está empleado en regalar y acariciar al alma, como la madre a su niño, criándole a sus mismos pechos; en lo cual conoce el alma la verdad del dicho de Isaías, que dice: Ad ubera portabimini, et super genua blandientur vobis; esto es: A los pechos de Dios seréis llevados, y sobre las rodillas os halagará. ¿Qué sentirá, pues, el alma, aquí entre tan soberanas mercedes? ¡Cómo se derretirá en amor! ¡Cómo agradecerá viendo estos pechos de Dios abiertos para sí con tan soberano y largo amor! Sintiéndose puesta en tantos deleites, entrégase toda a sí misma a él, y dale también sus pechos de su voluntad y amor; y sintiendo y pasando así por ella, dice a su Amado lo que la Esposa sentía en los Cantares hablando con su Esposo en esta manera: Ego dilecto meo, et ed me conversio ejus. Veni dilecti mi, egrediamur en agrum commoremur in villis. Mane surgamus ad vineas, videamus si floruit vinea, si flores fructus parturiunt, si floruerunt mala punica: ibi dabo tibi ubera mea; esto es: Yo para mi amado, y la conversión de él para mí. Ven, Amado mío, y salgamos al campo, moremos juntos en granjas, levantémonos por la mañana a las viñas, y veamos si ha florecido la viña y si las flores paren frutos, si florecieron las granadas. Allí te daré mis pechos; esto es, los deleites y fuerza de mi voluntad emplearé en servicio de tu amor. Y por pasar así estas dos entregas del alma y Dios en esta unión, las refiere ella, diciendo:

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