Canción XXVII

Allí me dio su pecho,

Allí me enseñó ciencia muy sabrosa,

Y yo le di de hecho

A mí, sin dejar cosa;

Allí le prometí de ser su esposa.

Declaración

En esta canción cuenta la esposa la entrega que hubo de ambas partes en este espiritual desposorio; conviene a saber, de ella y de Dios, diciendo que en aquella interior bodega de amor se juntaron en comunicación él y ella, dándole el pecho ya libremente de su amor, en que le enseñó sabiduría y secretos; y ella a él, entregándosele ya toda de hecho, sin reservar nada para sí ni para otro, afirmando ser suya para siempre.

Allí me dio su pecho

Dar el pecho uno a otro es darle su amor y amistad y descubrirle sus secretos como amigo. Y así, decir el alma que le dio allí su pecho, es decir que allí le comunicó su amor y sus secretos; lo cual hace Dios con el alma en este estado. Y más, lo que también dice en el verso siguiente:

Allí me enseñó ciencia muy sabrosa.

Esta ciencia sabrosa es la teología mística, que es ciencia secreta de Dios, que llaman los espirituales contemplación; la cual es muy sabrosa, porque es ciencia por amor, el cual es maestro de ella y el que todo lo hace sabroso. Y por cuanto Dios le comunica esta ciencia e inteligencia en el amor con que se comunica al alma, es sabrosa para el entendimiento, por ser ciencia que pertenece a él, y sabrosa para la voluntad; por ser en amor que le pertenece a la voluntad. Y dice luego:

Y yo le di de hecho

A mí, sin dejar cosa.

En aquella bebida de Dios suave, en que, como habemos dicho, se embebe el alma en Dios, muy voluntariamente y con grande suavidad se entrega el alma toda a Dios, queriendo ser toda suya y no tener cosa en sí ajena de él para siempre; causando Dios en ella la dicha unión, la pureza y perfección que para esto es menester; que, por cuanto la transformación en sí la hace toda suya, evacua en ella todo lo que tenía ajeno de Dios. De aquí es que, no solamente según la voluntad, sino también según la obra, queda ella de hecho sin dejar cosa, toda dada a Dios, así como Dios se ha dado todo libremente a ella; de manera que quedan pagadas ambas voluntades, entregadas y satisfechas entre sí; de suerte que en nada haya de faltar ya la una a la otra, con fe y firmeza de desposorio; que por eso añade ella, diciendo:

Allí te prometí de ser su esposa.

Porque así como la desposada no pone en otro su amor ni su cuidado ni su obra fuera de su esposo, así el alma en este estado no tiene ya ni afectos de voluntad ni inteligencias de entendimiento, ni cuidado ni obra alguna que todo no sea incliando a Dios, junto con sus apetitos, porque está como embebida en Dios; y así, anda de manera que hasta los primeros movimientos aún no tiene contra lo que es la voluntad de Dios, en todo lo que ella pueda entender. Porque, así como un alma imperfecta tiene muy ordinariamente, a lo menos, primeros movimientos inclinados a mal, según el entendimiento y según la voluntad, y memoria y apetitos e imperfecciones, así el alma de este estado, según el entendimiento, memoria y voluntad y apetitos, en los primeros movimientos de ordinario se mueve e inclina a Dios, por la grande ayuda y firmeza que tiene ya en Dios y perfecta conversión al bien. Todo lo cual da bien a entender David cuando dijo, hablando de su alma en este estado: Nonne Deo subjecta erit anima mea? Ab ipso enim salutare meum. Nam, et ipse Deus meus, et salutaris meus, susceptor meus non movebor amplius; ¿por ventura, dice, no estará mi alma sujeta a Dios? Sí, porque de él tengo yo mi salud, y porque él es mi Dios y mi salvador, recibidor mío, no tendré más movimiento. En lo que dice, recibidor mío, da a entender que por estar su alma recibida en Dios y unida, como aquí decíamos, no había de tener ya más movimiento contra Dios.

De lo dicho queda entendido claro que el alma que ha llegado a este estado de desposorio espiritual no sabe otra cosa sino amar y andar siempre en deleites de amor con el Esposo; porque, como en esto ha llegado a la perfección, cuya forma y ser, como dice San Pablo es el amor, pues cuanto un alma más ama, tanto es más perfecta en aquello que ama; de aquí es que esta alma, que ya está perfecta, todo es amor, si así se puede decir, y todas sus acciones son amor, y todas sus potencias y caudal emplea en amor, dando todas sus cosas, como el sabio mercader, por este tesoro de amor que halla escondido en Dios, el cual es tan precioso delante de él, que, como el alma ve que su Amado nada precia ni de nada se sirve fuera del amor, de aquí es que, deseando ella servirle perfectamente todo lo emplea en amor puro de Dios; y no sólo porque ella lo emplea así, sino también porque el amor en que está unida en todas las cosas y por todas ellas, la mueve en amor de Dios. Porque, así como la abeja saca de todas las yerbas la miel que allí hay, y no se sirve de ellas más que para esto, así también de todas las cosas que pasan por el alma, con grande facilidad saca ella la dulzura de amor, que es lo que hay que amar a Dios en ella, ora sea sabroso o desabrido; que, estando ella informada y amparada con el amor, como lo está, ni lo siente, ni lo gusta, ni lo sabe; porque, como habemos dicho, no sabe sino amar, y su gusto en todas las cosas y tratos siempre, como habemos dicho, es deleite de amor de Dios; y para declararlo dice ella la canción siguiente.

Anotación de la canción siguiente

Pero porque dijimos que Dios no se sirve de otra cosa sino de amor, antes que la declaremos, será bueno decir aquí la razón, y es, porque todas nuestras obras y todos nuestros trabajos, aunque sean los más que pueden ser, no son nada delante de Dios, porque en ellos no le podemos dar nada ni cumplir su deseo, el cual sólo es de engrandecer al alma, porque para sí nada de esto desea, pues no lo ha menester; y así, si de algo se sirve, es de que el alma se engrandezca; y como no hay otra cosa en que más la pueda engrandecer que igualándola en cierta manera consigo, por eso solamente se sirve de que le ame; porque la propiedad del amor es igualar al que ama con la cosa amada. De donde porque el alma tiene aquí perfecto amor, por eso se llama esposa del Hijo de Dios, que significa igualdad con él, en la cual igualdad y amistad todas las cosas son comunes a entrambos; como el mismo Esposo lo dijo a sus discípulos, diciendo: Vos auteo, dixi amicos: quia omnia quaecumque audivi a Patre mem nota feci vobis; esto es: Ya os he dicho mis amigos, porque todo lo que oí a mi Padre os lo he manifestado. Dice, pues, la canción:

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