Canción XXXIV

La blanca palomica

Al arca con el ramo se ha tornado,

Y ya la tortolica

Al socio deseado

En las riberas verdes ha hallado.

Declaración

El Esposo es el que habla en esta canción, cantando la pureza que ella tiene ya en este estado, y las riquezas y premio que ha conseguido por haberse dispuesto y trabajado por venir a él. Y también canta la buena dicha que ha tenido en hallar a su Esposo en esta unión, y da a entender el cumplimiento de los deseos suyos y deleite y refrigerio que en él posee, acabados ya los trabajos de la vida y tiempo pasado. Y así, dice:

La blanca palomica.

Llama al alma blanca palomica, por la blancura y limpieza que ha recibido de la gracia que ha hallado en Dios. Y llámala paloma, porque así la llama en los Cantares, para denotar la sencillez y mansedumbre de condición y amorosa contemplación que tiene; porque la paloma, no sólo es sencilla y mansa sin hiel, mas también tiene los ojos claros y amorosos; y por eso, para denotar el Esposo en ella esta propiedad de contemplación amorosa con que mira a Dios, dijo allí también que tenía los ojos de paloma, a la cual le dice aquí que

Al arca con el ramo se ha tornado.

Aquí compara al alma el Esposo a la paloma del arca de Noé, tomando por figura aquel ir y venir de la paloma al arca, de lo que al alma en este caso le ha acaecido; porque, así como la paloma iba y venía al arca porque no hallaba donde descansar su pie entre las aguas del diluvio, hasta que después se volvió a ella con un ramo de oliva en el pico, en señal de la misericordia de Dios en la cesación de las aguas que tenían anegada la tierra; así esta alma, que salió de la arca de la omnipotencia de Dios cuando la crió, habiendo andado por las aguas del diluvio de los pecados y de las imperfecciones, no hallando donde descansase su apetito, andaba yendo y viniendo por los aires de las ansias de amor al arca del pecho de su Criador, sin que de hecho la acabase de recoger en él, hasta que ya, habiendo Dios hecho cesar las dichas aguas de imperfecciones sobre la tierra de su alma, ha vuelto con el ramo de oliva, que es la victoria que por la clemencia y misericordia de Dios tiene de todas las cosas, a este dichoso y acabado recogimiento del pecho de su Amado, no sólo con victoria de todos sus contrarios, sino con premio de sus merecimientos; porque lo uno y lo otro es denotado por el ramo de oliva. Y así, la palomica del alma, no sólo vuelve ahora al arca de su Dios, blanca y limpia, como salió de ella cuando la crió, mas aun con aumento del ramo del premio y paz conseguida en la victoria de sí misma.

Y ya la tortolica

Al socio deseado

En las riberas verdes ha hallado.

También llama aquí el Esposo al alma tortolica; porque en este caso de buscar al Esposo, ha sido como la tortolica cuando no halla al consorte que desea. Para cuya inteligencia es de saber lo que de la tortolica se dice, que cuando no halla a su consorte, ni se asienta en ramo verde, ni bebe el agua clara ni fría, ni se pone debajo de la sombra, ni se junta con otras compañías; pero en juntándose con él ya goza de todo esto. Todas estas propiedades tiene el alma, y es necesario que las tenga, para haber de llegar a esta unión y junta de su Esposo; porque, con tanto amor y solicitud le conviene, andar, que no siente el pie del apetito en rama verde de algún deleite, ni quiera beber el agua clara de alguna honra y gloria del mundo, ni la quiera gustar fría de algún refrigerio o consuelo temporal, ni se quiera poner debajo de la sombra de algún favor y amparo de criaturas; no queriendo reposar nada en nada, ni acompañarse de otras aficiones, gimiendo por la soledad de todas las cosas hasta hallar a su Esposo con cumplida satisfacción.

Y porque esta tal alma, antes que llegase a este estado, anduvo con grande amor buscando a su Amado, no se satisfaciendo de cosa sin él, canta aquí el mismo Esposo el fin de sus fatigas y el cumplimiento de los deseos de ella, diciendo que ya la «tortolica ha hallado en las riberas verdes al socio deseado», que es tanto como decir: Ya el alma esposa se sienta en ramo verde, deleitándose en su Amado; y ya bebe el agua clara de muy alta contemplación y sabiduría de Dios, y fría del refrigerio y regalo que tiene en Dios; y también se pone debajo de la sombra de su amparo y favor, que tanto ella había deseado; donde es consolada y apacentada, y refeccionada sabrosa y divinamente; según ella, de ello se alegra en los Cantares diciendo: Sub umbra illius, quem desideraveram, sedi, et fructus ejus dulcis guturi meo; esto es: Debajo de la sombra de aquél que había deseado me asenté, y su fruto es dulce a mi garganta.

Anotación de la canción siguiente

Va prosiguiendo el Esposo dando a entender el contento que tiene del bien que ha conseguido la esposa por medio de la soledad en que antes quiso vivir, que es una estabilidad de paz y bien inmutable; porque, cuando el alma llega a confirmarse en la quietud del único y solitario amor del Esposo, como ha hecho ésta de quien hablamos aquí, hace tan sabroso asiento de amor en Dios, y Dios en ella, que no tiene necesidad de otro medio ni maestros que la encaminen a Dios, porque es ya Dios su guía y luz, cumpliendo en ella lo que prometió por Oseas, diciendo: Ducam eam in solitudinem: et loquar ad cor ejus; esto es: Yo la llevaré a la soledad, y allí hablaré a su corazón. En lo cual da a entender que en la soledad se comunica y une en el alma, porque hablarle al corazón es satisfacerle el corazón, el cual no se satisface con menos que Dios, y así, dice el Esposo:

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