V

Estos hombres tienen un alma viva y en ella el alma de sus antepasados, adormecida tal vez, soterrada bajo capas superpuestas, pero viva siempre. En muchos, en los que han recibido alguna cultura sobre todo, los rasgos de la casta están alterados, pero están allí.
Ese alma de sus almas, el espíritu de su casta, hubo un tiempo en que conmovió al mundo y lo deslumbré con sus relámpagos, y en las erupciones de su fe levantó montañas. Montañas que podemos examinar y socavar y revolver á la busca en sus laderas de la lava ardiente un día y petrificada hoy, y bajo esta lava los restos de hombres que palpitaron de vida, las huellas de otros.
Antes de entrar en esta rebusca, tolere el lector la aridez de unas pocas explicaciones algo abstrusas.
A uno que duerme en el silencio le despierta un ruido, y al que se duerme con éste, le despierta su cesación. El hombre de lo que se da cuenta es del contraste, de una ruptura de la continuidad en espacio ó tiempo. Es mérito de la psicología inglesa el haber puesto en claro el principio luminoso de que el acto más elemental de percepción, de discernimiento, como ellos dicen gráficamente, es la percepción de una diferencia, y que conocer una cosa es distinguirla de las demás, conociéndola mejor cuanto de más y mejor se la distingue.
Pero tal distinción no podría darse sin una analogía profunda sobre que reposara; la diferencia sólo se reconoce sobre un fondo de semejanza. En la sucesión de impresiones discretas hay un fondo de continuidad, un nimbo que envuelve á lo precedente con lo subsiguiente; la vida de la mente es como un mar eterno sobre que ruedan y se suceden las olas, un eterno crepúsculo que envuelve días y noches, en que se funden las puestas y las auroras de las ideas. Hay un verdadero tejido conjuntivo intelectual, un fondo intra-conciente en fin (8).
Los islotes que aparecen en la conciencia y se separan ó aproximan más, uniéndose á las veces, á medida que el nivel de ella baja ó sube, se enlazan allí, en el fondo del mar mental, en un suelo continuo. Son voces que surgen del rumor del coro, son las melodías de una sinfonía eterna. Figuraos astros rodeados de una extensa atmósfera etérea cada uno, que se acercan en sus movimientos orbitales, y fundiéndose sus atmósferas forman una sola que los envuelve y mantiene unidos y concertados, siendo la razón de su atracción mutua. Esta doctrina, que conocen cuantos la han leído aplicada hermosamente por el P. Secchi á la física toda, es la que mejor aclara metafóricamente la constitución de la mente humana. Cada impresión, cada idea, lleva su nimbo, su atmósfera etérea; la impresión, de todo lo que le rodeaba; la idea, de las representaciones concretas de que brotó. Aquellas figurillas de triángulos, etéreas y ondulantes, que flotan en nuestra mente al pensar en el triángulo (figurillas de que hablaba Balmes), no son sino parte del nimbo, de la atmósfera de la idea, parte del mar de lo intra-conciente, raíces del concepto.
En nuestro mundo mental flotan grandes nebulosas, sistemas planetarios de ideas entre ellas, con sus soles y sus planetas y satélites y aerolitos y cometas erráticos también; hay en él mundos en formación y en disolución otros, todo ello en un inmenso mar etéreo, de donde brotan los mundos y donde al cabo vuelven. El conjunto de todos estos mundos, el universo mental, forma la conciencia, de cuyas entrañas arranca el rumor de la continuidad; el hondo sentimiento de nuestra personalidad. En lo hondo, el reino del silencio vivo, la entraña de la conciencia; en lo alto, la resultante en formación el yo conciente, la idea que tenemos de nosotros mismos.
En este universo hay diferentes sistemas planetarios, y cada planeta, cada idea, es un mundo á su vez, con su organismo. Cogiéndolas, podemos analizarlas, separar y distinguir sus componentes, es decir, conocerlos, reconstituirlos, y así, por una síntesis de un análisis, llegar á conocer reflexiva y científicamente la idea en su contenido y entraña. Síntesis de un análisis, esto es la ciencia; su fin llegar á lo intra-conciente de la continuidad de todo. De las ideas reflejadas y rellenas se eleva la mente á ideas de esas ideas por abstracción.
Paciencia, lector, y tolera aún más indicaciones sobre la abstracción, que más tarde verás á dónde van enderezadas. Porque en esto de la abstracción no suele verse poco más que el abstraer, la separación, la repulsión ideal, sin fijarse en que brotan de una verdadera fusión. Se suele presentar la abstracción como algo previo á la generalización, cuando es efecto suyo. Recuérdese cómo se hacen fotografías compuestas, para lo cual se toman varios individuos de una familia, por ejemplo, y si son seis, se proyecta á cada uno sobre la placa, con la misma enfocación y postura en todos ellos, la sexta parte del tiempo necesario para obtener una prueba clara y distinta. De este modo se sobreponen las imágenes, los rasgos análogos, los de familia, se corroboran y los individuales ó diferenciales forman en torno de aquellos un nimbo, una vaga penumbra. Cuanto mayor el número de individuos ó el de analogías entre ellos, más acusada resultará la imagen compuesta, y el nimbo más vago; y por el contrario, cuantos menos los individuos ó sus analogías menores, más flotante y vaga la imagen en un nimbo que prepondera. Al tomar ruego esas imágenes compuestas para compararlas y combinarlas unas con otras y sobreponerlas á su vez, lo concreto de ellas se define y se desvanece mucho del nimbo. Todo compuesto al entrar como componente de una unidad suprema á él; acusa su indivualidad.
Sobre estas sugestiones metafóricas medite el lector poniéndose en camino de ver cómo se producen la abstracción y la generalización, no por vía de remoción y exclusión tan sólo, sino fundiendo lo semejante en el nimbo de lo desemejante. Nimbo ó atmósfera ideal que es lo que da carne y vida á los conceptos, lo que les mantiene en conexión, lo que les enriquece poco á poco, irrumpiendo en ellos desde sus entrañas.
Y no debe perderderse de vista esto del nimbo, clave de la inquisición que hemos de hacer en la mente castiza castellana, porque es la base de la distinción entre el hecho en bruto y el hecho en vivo, entre su continente y su contenido.
¡Cosa honda y difícil esta de conocer el hecho vivo! Cosa la única importante de la ciencia humana, que se reduce á conocer hechos en su contenido total. Porque toda cosa conocible es un hecho (factum) algo que se ha hecho. El universo todo es un tejido de hechos en el mar de lo indistinto é indeterminado, mar etéreo y eterno é infinito, un mar que se refleja en el cielo inmenso de nuestra mente, cuyo fondo es la ignorancia. Un mar sin orillas pero con su abismo insondable, las entrañas desconocidas de lo conocido, abismo cuyo reflejo se pierde en el abismo de la mente.
¡Cosa honda y difícil conocer el hecho! Conocer el hecho, distinguirlo de otros y distinguirlo con vida, rehaciéndolo en nuestra mente (9).
Y ahora, dejando estas retóricas, entremos de golpe y porrazo á indicar dónde y cómo se han de buscar las pruebas de que en este clima extremado y sin tibiezas dulces, de paisaje uniforme en sus contrastes, es el espíritu también cortante y seco, pobre en nimbos de ideas; pruebas de cómo generaliza sobre los hechos vistos en bruto, en serie discreta, en caleidospio, no sobre síntesis de un análisis de ellos, viéndolos en serie continua, en flujo vivo; cómo los ve recortados como las figuras en su campiña sin rehacerlos apenas, tomándolos corno aparecen en su vestidura, y cómo, por fin, ha engendrado un realismo vulgar y tosco y un idealismo seco y formulario, que caminan juntos, asociados como Don Quijote y Sancho, pero que nunca se funden en uno. Es socarrón ó trágico, á las veces á la vez, pero sin identificar la ironía y la austera tragedia humanas.
Al llegar aquí tenemos que traer á cuenta algún hecho que sirva de hilo central á nuestras reflexiones, que seguirán, sin embargo, sin atarse á él, ondulando acá y allá, fuera de maroma lógica, para engendrar en el alma del lector el nimbo, la atmósfera de donde vaya surgiendo algún tema. Y este hecho central ha de ser nuestro pensamiento castizo, el de la edad de oro de la literatura castellana, y en él, por de pronto, lo más castellano, el teatro, y en el teatro castellano, sobre todo, Calderón, cifra y compendio de los caracteres diferenciales y exclusivos del casticismo castellano.
Y procuraremos ver, por último, sus esfuerzos por llegar á lo eterno de su conciencia, por armonizar su idealismo quijotesco con su realismo sancho-pancino, esfuerzos que se revelan en el fruto más granado del espíritu castellano, en su castiza y clásica mística.

(1) Forum Judicum equivale « Fuero de los Jueces », pero no se tradujo su título, sino que, transformándose fonéticamente, pasó al romanee y del genitivo de plural judicum salió el Juzgo, vocablo representante de un caso latino que no ha pasado al castellano. Este hecho, este humilde hecho, ¡qué preñado de historia está! Porque nos indica que no se traducía el título del código, sino que corría en latín de boca en boca, cuando ya el latín no se hablaba, como cosa muy popular y conocida entre los que no lo hablaban, entre gente del pueblo por ser la derivación juzgo de judicum una derivación popular. Los fósiles escriben su historia en las capas del terreno.
(2) « Que era comun proverbio llamar el flamenco al español mi indio. Y dezian la verdad, porque los indios no davan tanto oro á los españoles, como los españoles á los flamencos.» Fr. Prudencio de Sandoval, en el libro y de la Vida y hechos del Emperador Carlos V.
(3) Es cierto que los abuelos de los tercios de Flandes pelearon porque su rey no se saliera de España; pero ¿se encuentra en historiadores castizos españoles con que celebren nuestras derrotas, como los ingleses las de sus reyes en el continente? Véanse las reflexiones que sugiere á Juan Ricardo Green (A short history of the english people) la derrota del rey Juan, el angevino, en Bouvines en 1214, derrota en que perdió sus posesiones francesas, y á que debe Inglaterra la Carta Magna, y cuanto dice del fin de la guerra de los Cien Años. Aquí, en cambio, todavía se llora por algunos la pérdida de aquellos dominios en que no se ponía el sol.
(4) Entre los complejos elementos que entraron á conjurar las comunidades de Castilla, ¿no andaría acaso la Liga de trigueros del siglo XVI? Leyendo á Sandoval, se atisba á las veces entre los comuneros de aquella jornada de Villalar á algunos trigueros de entonces.
(5) ¡Hermosa palabra ésta de re-crear! El vocablo re-creación, aplicado al juego, lleva en sus entrañas la doctrina toda de Schiller sobre el Arte, re-creación de la creación. ¡Cuánta filosofía inconciente en los redaños del lenguaje! Todavía habrá que remozar la meta-física en la meta-lingüística, que es una verdadera meta—lógica.
(6) Más adelante ejemplificaremos todo esto en la literatura castiza castellana. Rogamos, en tanto, paciencia al lector. (7) No ha mucho se entretuvieron unas doctísimos alemanes en discutir y polemiquear si en España se comen ó no bellotas de encina crudas. Sí, bellotas, y también garbanzos tostados en cal viva que abrasan las entrañas
(8) Le llamo así y no inconciente ó sub-conciente, por parecerme estos términos inexactos. Lo que se suele llamar inconciente es de ordinario el contenido de lo conciente, sus entrañas, está más bien dentro que debajo de él.
(9) Cada hecho es tal cual es y no otro como resultado de un proceso, de un hacerse, de una diferenciación; así es que conocerlo con conocimiento vivo es rehacerlo en nuestra mente reproduciendo su proceso. La representación viva es un hecho rehecho.

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