V.

cuando se rompen las normas del tiempo, el instante más pequeño se rasga cdmo un vientre preñado de eternidad. el éxtasis es el goce de sentirse engendrado en el infinito de ese instante.

NUESTROS SENTIDOS guardan la ilusión fundamental de que las formas permanecen inmutables, cuando no es advertida su inmediata mudanza. Hallamos que las cosas son lo que son, por lo que tienen en sí de más durable, y amamos aquello donde se atesora una fuerza que oponer al Tiempo. De todas las cosas bellas para los ojos, ninguna tanto como los cristales. El goce de los ojos al mirarlos, es un sentimiento sagrado, porque para los ojos los cristales no tienen edad. Cuando pensamos que su ayer es de mil años y que permanecerán sin mudanza al cumplirse otros mil, sentimos la emoción religiosa de considerarlos fuera del Tiempo. La luz de los cristales tienen algo de oración. Concebir la vida y su expresión estética dentro del movimiento, y de todo aquello que cambia sin tregua, que se desmorona, que pasa en una fuga de instantes, es concebirla con el absurdo satánico. Los círculos dantescos son la más trágica representación de la soberbia estéril. Satanás, estéril y soberbio, anhela ser presente en el Todo. Satanás gira eternamente en el Horus del Pieroma, con el ansia y la congoja de hacer desaparecer el antes y el después: Consumirse en el vértigo del vuelo sin detenerse nunca, es la terrible sentencia que cumple el Angel Lucifer. El giro de los círculos infernales apresurado hasta lo infinito, haría desaparecer lo pasado y lo venidero trocando en suprema quietud el movimiento. La aspiración á la quietud es la aspiración á ser divino, porque la cifra de lo inmutable tiene el rostro de Dios. Todas las cosas, bajo la sombra del pecado, se mueven por estar quietas sin conseguirlo jamás, pero el místico que sabe amarlas descubre en ellas un enlace de armonía, una divina onda cordial: La Gracia.

En todas las cosas duerme un poder de evocaciones eróticas. Algunas parecen despertarse apenas nos aproximamos, otras tardan en revelarse, otras aun no se revelaron, otras no se revelarán jamás. Pero si un día pudiésemos conocerlas íntegramente, las veríamos enlazarse en sucesión matemática y concretarse en un solo impulso de amor, como las entrañas de la tierra concretan en la claridad de los cristales el esfuerzo de miles de años. El conocimiento de un grano de trigo, con todas sus evocaciones, nos daría el conocimiento pleno del Universo. Un conocimiento mucho más ingenuo, mucho más claro, mucho más inocente que la mirada de un niño. En este mundo de las evocadones sólo penetran los poetas, porque para sus ojos todas las cosas tienen una significación religiosa, más próxima á la significación única. Allí donde los demás hombres sólo hallan diferenciaciones, los poetas descubren enlaces luminosos de una armonía oculta. El poeta reduce el número de las alusiones sin transcendencia á una divina alusión cargada de significados. ¡Abeja cargada de miel!

Alma mía, que gimes por asomarte fuera de la cárcel obscura, enlaza en un acorde tus emociones, perpetúalas en un círculo y tendrás la clave de los enigmas. Descubre la norma de amor ó de quietud que te haga centro, y tocarás con las alas el Infinito. Pon en todas tus horas un enlace místico, y en la que llega vierte todo el contenido de la hora anterior, tal como el vino añejo del ánfora pequeña se trasiega en otra más capaz y se junta con el de las nuevas vendimias. Para romper tu cárcel de barro, colócate fuera de los sentidos, y haz por comprender el misterio de las horas, por persuadirte de que no fluyen y que Siempre perdura el mismo momento. Que sean tus emociones como los círculos abiertos por la piedra en el cristal del agua, y que en la última se contenga toda tu Vida.

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