V

Calzada de la Virreina tenía un luminoso

bullicio de pregones, guitarros, faroles y

gallardetes. Santa Fe se regocijaba con un

vértigo encendido, con una calentura de luz y

tinieblas: El aguardiente y el facón del indio, la

baraja y el baile lleno de lujurias, encadenaban

una sucesión de imágenes violentas y

tumultuosas. Sentíase la oscura y desolada

palpitación de la vida sobre la fosa abierta.

Santa Fe, con una furia trágica y devoradora

del tiempo, escapaba del terrorífico sopor

cotidiano, con el grito de sus ferias, tumultuoso

como un grito bélico. En la lumbrada del ocaso,

sobre la loma de granados y palmas, encendía

los azulejos de sus redondas cúpulas coloniales

San Martín de los Mostenses.

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