NISE y CELIA, criada.
NISE: ¿Dióte el libro?
CELIA: Y tal, que obliga
a no abrille ni tocalle.
NISE: Pues, ¿por qué?
CELIA: Por no ensucialle,
si quieres que te lo diga.
En cándido pergamino
vienen muchas flores de oro.
NISE: Bien lo merece Eliodoro,
griego poeta divino.
CELIA: ¿Poeta? Pues parecióme
prosa.
NISE: También hay poesía
en prosa.
CELIA: No lo sabía.
Miré el principio, y cansóme.
NISE: Es que no se da a entender,
con el artificio griego,
hasta el quinto libro, y luego
todo se viene a saber
cuanto precede a los cuatro.
CELIA: En fin, ¿es poeta en prosa?
NISE: Y de una historia amorosa
digna de aplauso y teatro.
Hay dos prosas diferentes:
poética y historial.
La historial, lisa y leal,
cuenta verdades patentes,
con frase y términos claros;
la poética es hermosa,
varia, culta, licenciosa,
y escura aun a ingenios raros.
Tiene mil exornaciones
y retóricas figuras.
CELIA: Pues, ¿de cosas tan escuras
juzgan tantos?
NISE: No le pones,
Celia, pequeña objeción;
pero así corre el engaño
del mundo.