Escena V

NISE y CELIA, criada.

NISE: ¿Dióte el libro?

 

CELIA: Y tal, que obliga

a no abrille ni tocalle.

 

NISE: Pues, ¿por qué?

 

CELIA: Por no ensucialle,

si quieres que te lo diga.

En cándido pergamino

vienen muchas flores de oro.

 

NISE: Bien lo merece Eliodoro,

griego poeta divino.

 

CELIA: ¿Poeta? Pues parecióme

prosa.

 

NISE: También hay poesía

en prosa.

 

CELIA: No lo sabía.

Miré el principio, y cansóme.

 

NISE: Es que no se da a entender,

con el artificio griego,

hasta el quinto libro, y luego

todo se viene a saber

cuanto precede a los cuatro.

 

CELIA: En fin, ¿es poeta en prosa?

 

NISE: Y de una historia amorosa

digna de aplauso y teatro.

Hay dos prosas diferentes:

poética y historial.

La historial, lisa y leal,

cuenta verdades patentes,

con frase y términos claros;

la poética es hermosa,

varia, culta, licenciosa,

y escura aun a ingenios raros.

Tiene mil exornaciones

y retóricas figuras.

CELIA: Pues, ¿de cosas tan escuras

juzgan tantos?

 

NISE: No le pones,

Celia, pequeña objeción;

pero así corre el engaño

del mundo.

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