De las virtudes intelectuales y morales

Después de todas estas consideraciones, es preciso decir que teniendo el alma dos partes diferentes, también las virtudes se dividen en dos clases, según que pertenecen a una de estas dos partes distintas. Las virtudes de la parte que posee la razón son las intelectuales, su objeto es la verdad, y se ocupan ya de la naturaleza de las cosas, ya de su producción.

Las otras virtudes pertenecen a la parte del alma que es irracional, y que no posee más que el instinto, porque por más que el alma e esté dividida en partes, no todas ellas poseen el instinto. Es sabido que el carácter moral es necesariamente bueno o malo, según que se buscan o se evitan ciertos placeres o ciertas penas. Esto mismo resulta evidentemente de las divisiones que hemos sentado entre las pasiones, las facultades y los modos morales de ser. Las facultades y los modos de ser se refieren a las pasiones, y las pasiones mismas están definidas y de-terminadas por el placer y el dolor.

Resulta de aquí y de los principios anteriormente expuestos, que toda virtud moral hace relación a las penas y a los placeres que el hombre experimenta, porque el placer sólo puede diri-girse a las cosas que hacen naturalmente al alma humana peor o mejor, y sólo en ella se encuentra. No se llama a los hombres viciosos sino a causa de sus goces y de sus dolores, porque buscan los primeros y evitan los segundos de una manera nada conveniente, o bien buscan o evitan los que no debían buscar ni evitar. Así, todos convienen fácilmente en que las virtudes consisten en cierta apatía, en cierta calma respecto de los placeres y las penas, y que los vicios consisten precisamente en lo contrario.

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