«Ven, Himeneo, y plumas no vulgares
Al aire los hijuelos den alados
De las que el bosque bellas Ninfas cela;
De sus carcajes, éstos, argentados,
Flechen mosquetas, nieven azahares;
Vigilantes aquéllos, la aldehuela
Rediman del que más o tardo vuela,
O infausto gime, pájaro nocturno;
Mudos coronen otros por su turno
El dulce lecho conyugal, en cuanto
Lasciva abeja al virginal acanto
Néctar le chupa Hibleo.
Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo. »