Pisístrato a Solón

6. «Ni soy yo el primer ateniense que se alzó con el reino, ni me arrogo cosa que no me pertenezca, siendo descendiente de Cécrop. Tómome lo mismo que los atenienses juraron dar a Codro y sus descendientes, y no se lo dieron. Respecto a lo demás, en nada peco contra los dioses ni contra los hombres, pues gobierno según las leyes que tú mismo diste a los atenienses, observándose mejor así que por democracia. No permito se perjudique a nadie; y aunque rey, no me diferencio de la plebe, excepto la dignidad y honor, contentándome con los mismos estipendios dados a los que reinaron antes. Separa cada ateniense el diezmo de sus bienes, no para mí, sino a fin de que haya fondos para los gastos de los sacrificios públicos, utilidades comunes y guerras que puedan ofrecerse. No me quejo de ti porque anunciaste al pueblo mis designios, puesto que los anunciaste antes por el bien de la República que por odio que me tengas, como también porque ignorabas la calidad de mi gobierno, pues a poder saberlo, acaso te hubieras adherido a mi hecho, y no te hubieras ido. Vuelve, pues, a tu casa, y créeme aun sin juramento que en Pisístrato nada habrá ingrato para Solón. Sabes que ningún detrimento han padecido por mí ni aun mis enemigos. Si gustas ser uno de mis amigos, serás de los más íntimos, pues no veo en ti ninguna infidelidad ni dolo. Pero si no quieres vivir en Atenas, haz como gustes, con tal que no estés ausente de la patria por causa mía:» Hasta aquí Pisístrato.

7. Dice Solón que «el término de la vida son 70 años». También parecen suyas estas ilustres leyes: «Quien no alimente a sus padres, sea infame, y lo mismo quien consuma su patrimonio en glotonerías. El que viviere ocioso, pueda ser acusado de quien acusarlo quiera.» Lisias dice en la Oración contra Nicia que Dracón fue quien dejó escrita dicha ley, y que Solón la promulgó. También que «quien hubiese padecido el nefas fuese removido del Tribunal».

8. Reformó los honores que se daban a los atletas, y estableció que a quien venciese en los juegos Olímpicos se le diesen quinientas dracmas; al que en los Ístmicos, 100; y así en los demás certámenes. Decía que ningún bien se seguía de engrandecer semejantes honores; antes bien, debían darse a los que hubiesen muerto en la guerra, criando e instruyendo a sus hijos a expensas del público, pues con este estímulo se portarían fuertes y valerosos en los combates, v. gr., Policelo, Cinegiro, Calímaco y cuantos pelearon en Maratona. Lo propio dijo de Harmodio, Aristogitón, Milcíades y otros infinitos. Pero los atletas y gladiadores, decía, además de ser de mucho gasto, aun cuando vencen son perniciosos, y antes son coronados contra la patria que contra sus antagonistas. Y en la senectud

son ropa vieja, a quien dejó la trama,

como dice Eurípides. Por esta causa moderó Solón sus premios.

9. Fue también autor de aquella ilustre ley de que «el curador no cohabite con la madre de los pupilos», y que «no pueda ser curador aquel a quien pertenezcan los bienes de los pupilos, muertos éstos». También que «los grabadores de sellos en anillos, vendido uno, no retuviesen otro de igual grabado». Que «a quien sacase a un tuerto el ojo que le quedaba, se le sacasen los dos». Igualmente: «No tomes lo que no pusiste: quien hiciere lo contrario, sea reo de muerte». «El príncipe que fuese hallado embriagado, sea condenado a pena capital».

10. Escribió para que se coordinasen los poemas de Homero, a fin de que sus versos y contexto tuviesen entre sí mayor correlación. Solón, pues, ilustró más a Homero que Pisístrato, como dice Dieuquidas en el libro V de la Historia Megárica. Los principales versos eran:

A Atenas poseían, etc.

Fue Solón el primero que llamó viejo y nuevo al último día del mes (32), y el primero que estableció los nueve arcontes para sentenciar las causas, como escribe Apolonio en el libro II De los legisladores. Movida una sedición entre los de la ciudad, campestres y marinos, por ninguna de las partes estuvo.

11. Decía que «las palabras son imagen de las obras. Rey, el de mayores fuerzas. Las leyes, como las telarañas; pues éstas enredan lo leve y de poca fuerza, pero lo mayor las rompe y se escapa. Que la palabra debe sellarse con el silencio, y el silencio con el tiempo. Que los que pueden mucho con los tiranos son como las notas numerales que usamos en los cómputos; pues así como cada una de ellas ya vale más, ya menos, igualmente los tiranos exaltan a unos y abaten a otros.» Preguntado por qué no había puesto ley contra los parricidas, respondió: «Porque no espero los haya». ¿De qué forma no harán los hombres injusticias? «Aborreciéndolas los que no las padecen igualmente que los que las padecen.» Que «de las riquezas nace el fastidio, y del fastidio la insolencia» (33). Dispuso que los atenienses contasen los días según el curso de la luna. Prohibió a Tespis la representación y enseñanza de tragedias, como una inútil falsilocuencia (34). Y cuando Pisístrato se hirió a sí mismo, dijo Solón: «De allí provino esto».

12. Según dice Apolodoro en el libro De las sectas filosóficas, daba a los hombres estos consejos: «Ten por más fiel la probidad que el juramento. Piensa en acciones ilustres. No hagas amigos de presto, ni dejes los que ya hubieres hecho. Manda cuando hubieres ya aprendido a obedecer. No aconsejes lo más agradable, sino lo mejor. Toma por guía la razón. No te familiarices con los malos. Venera a los dioses. Honra a los padres.»

13. Dícese que habiendo Mimnermo escrito:

Ojalá que sin males ni dolencias,
que lo consumen todo, circunscriban
el curso de mi vida sesenta años,

le reprendió diciendo:

Si creerme quisieras, esto borra,
Mimnermo, y no te ofendas te corrija.
Refúndelo al momento, y así canta:
“Mi vida se termina a los ochenta.”

Los adomenos (35) que de Solón se celebran son:

Examina a los hombres uno a uno,
y observa si con rostro placentero
ocultan falsedad sus corazones,
y si hablan con doblez palabras claras
de oscuro entendimiento procedidas.

Consta que escribió LeyesOraciones al pueblo, algunas Exhortaciones para sí mismo, Elegías, Sobre las repúblicas de Salamina y Atenas, hasta cinco mil versos; diversos yambos y épodos. A su retrato se puso este epigrama:

La ilustre Salamina, que del Medo
el orgullo abatió, fue dulce madre
del gran Solón, legislador divino.

14. Floreció principalmente cerca de la Olimpíada XLVI, en cuyo tercer año fue príncipe de los atenienses (36), como dice Sosícrates, puesto que entonces instituyó las leyes. Murió en Chipre el año 80 de su edad, dejando a los suyos orden de llevar sus huesos a Salamina y, reducidos a cenizas, esparcirlas por toda la ciudad. Por esta causa Cratino le hace hablar en su Quirón de esta manera:

Habitó, según dicen, esta isla,
por todo el pueblo de Ayax esparcido.

En mi παμμέτρω (Pammetro), ya citado (37), en que procuré componer epigramas en toda especie de versos y ritmos acerca de todos los varones célebres en doctrina, hay sobre Solón uno que dice así:

De Solón Salaminio al frío cuerpo,
de Chipre el fuego convirtió en cenizas,
que de su patria en los fecundos campos
producirán ubérrimas espigas:
pero el alma ya fue derechamente
a la celeste patria conducida
por los ligeros ejes (38), en que un tiempo
sus soberanas leyes dejó escritas.

Por suya se tiene la sentencia: Nihil nimis (39). Dioscórides refiere en sus Comentarios que llorando Solón por habérsele muerto un hijo (de cuyo nombre no consta), como le dijese uno que de nada le aprovechaba el llanto, respondió: «Por eso mismo lloro, porque de nada me aprovecha» (40).
 

Sus epístolas son éstas:

Share on Twitter Share on Facebook