- III - [1516]

A Monseñor de Montaigne

Monseñor, siguiendo la orden que me disteis el pasado año en vuestra casa de Montaigne, he cortado y arreglado con mi mano a Raimundo Sabunde, aquel gran teólogo y filósofo español, una vestidura a la francesa, despojándole cuanto he podido del rudo porte y altivo continente que en él descubristeis primeramente. De suerte que, a mi ver, posee ahora maneras gratas para presentarse en todo linaje de buena compañía. Podrá muy bien suceder que las personas delicadas y melindrosas descubran en mi tarea algún resabio de Gascuña, pero así se avergonzarán más de haber dejado por negligencia tomar sobre ellas esta ventaja a un hombre completamente novicio y aprendiz en tal labor. Ahora bien, monseñor, razón es que bajo vuestro nombre gane crédito y salga a luz este libro, puesto que os debe cuanto de enmienda cuenta y modificación. Bien se me alcanza, sin embargo, que si os place contar con él, vos seréis quien le quedaréis debiendo, pues a cambio de sus excelentes y religiosísimos discursos, de sus elevadas concepciones y como divinas, hallarase al fin que vosotros no procurasteis sino palabras y lenguaje, mercancía tan vulgal, y tan vil, que quien de ella más atesora a veces no vale sino menos.

Monseñor, suplico a Dios que os conceda muy larga y dichosísima, vida.

De París, a 18 de junio de 1568.

Vuestro humilde y obedientísimo hijo.

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