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A fin de terminar con algo que nos desimpresione de la tragedia revolucionaria, apuntare las reflexiones que me sugiere cierta noticia que acabo de recibir de París.

Es noticia de sensación para los españoles: trátase nada menos que del permiso otorgado por el ministro del Interior—ó de Gobernación, como diríamos nosotros—para celebrar en París, durante la Exposición, «verdaderas corridas de toros, idénticas á las que se celebran en España.» ¡Olé ya! es lo único que se le ocurre á un español neto cuando lee tan genuina nueva.

¿De modo que saborearemos en París, en el mismo París de Francia, las clásicas estocadas de Lagartijo; los atrevimientos incomparables de Frascuelo; las felices y poderosas arremetidas de Mazzantini; el fino trasteo de Guerrita; el sereno esperar de Cara-ancha, y tantas y tantas regaladas emociones como acostumbramos disfrutar en la plaza de Madrid? ¿De modo que presenciaremos el animado despejo y veremos salir en doble fila, caminando con gallardo meneo de cintura, cubiertos de seda y oro, á los individuos de las cuadrillas más célebres? ¿De modo que halagará nuestros oídos el toque de clarín, que anuncia la salida de la fiera, y el bramido con que ésta desafía al hombre para comenzar la lidia? ¿De modo que admiraremos la ligereza del banderillero que en giro elegante, como quien prende flores en el pecho de una hermosa, planta dos aretes al bruto y le deja atónito? ¿Y contemplaremos al picador resistiendo con fuerte brazo el empuje del loro? ¿Y al espacia arrojando con garboso movimiento la monterilla, después de brindar «por usía y por los forasteros...» que se dirige risueño, impávido, ostentando su indomable corazón, á hundir el brazo armado del relámpago de su delgado espadín, entre la amenazadora cornamenta del jarameño ó del miura?

Poco á poco. No entusiasmarse, ni consentir que hierva la savia española, africana más bien, que en las venas llevamos. En París habrá corridas de todos, es cierto; se alzará una gran plaza, capaz de treinta mil personas; serán llamados Mazzantini, Lagartijo, Cara, todas las eminencias del arte taurómaco; se derrochará dinero en trajes, en hacer color local, etc.; pero... sólo faltará una cosilla...punto menos que nada...

«No habrá efusión de sangre.»

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