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Los franceses, que suelen acusarnos de fanáticos y supersticiosos á los españoles, han hecho con el general Boulanger (el General le llaman allí á secas) lo que á nosotros no se nos ocurrió hacer con Narváez, Cabrera, Prim ó Espartero: estudiar muy despacio según todas las reglas quirománticas las rayas de, su mano, deduciendo por la longitud y forma de sus dedos, el realce de sus eminencias y valles, la mayor ó menor elevación de los montes de Saturno, Mercurio, Marte y la Luna, el horóscopo y futuros destinos del General y de Francia. A la vista tengo el mapa astrológico profético de la mano del General, publicado por el Fígaro en primera plana, todo lleno de signos cabalísticos, y leo que de él se deduce tan claro como la luz del sol (astro de mayor influencia sobre Boulanger) que el año de 1.899, cuando el proscripto de Bruselas cumpla los sesenta y tres de su edad, sucederá una cosaza tremenda, importantísima, un acontecimiento magno, y Boulanger mandará en la Francia victoriosa, debiendo realizarse en él aquellas predicciones que Marchena fingió haber sido hechas por Catulo y poder aplicarse á Napoleón:

«Mas ya traerán los siglos un héroe más excelso,

Invicto en las batallas y armipotente más:

Será de estirpe Eacida; que sólo el fuerte Aquiles

A tal varón pudiera noble prosapia dar;

Le admirarán los siglos, mientras que nuestros dedos

De las humanas gentes los hados urdirán.

Cruzando los estambres, corred, husos, ligeros:

Del porvenir las telas fatídicas hilad.»

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