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En materia de predicciones sobre el porvenir de los hombres políticos juzgo más seguras las que se fundan en hechos conocidos ya, y no en vanidades y supercherías astrológicas. Por eso, y porque he admirado siempre el robusto talento de Zola, uno de los pocos grandes hombres, en un género, de la Francia contemporánea, me enamórala deliciosa sinceridad, tan original como suya, con que ha respondido á una pregunta sobre las aptitudes del nuevo procurador general de la República, quien ha publicado novelas bajo el seudónimo de Jules de Glouvet. Otro que no fuese Zola, daría su opinión, pero atenuándola y dorando un poquito la píldora. El no se anda con repulgos, y contesta (me parece que le estoy viendo hablar, con los ojos guiñados y la boca entre desdeñosa ó irónica): «Lo que escribe el Sr. Glouvet son, puras necedades. Imitación de Jorge Sand, menos el genio, y de Octavio Feuillet, menos el ingenio. Todo ello una serie de invenciones absurdas; la cuerda patriótica á fin de prevenir favorablemente al público; luego un recursito sentimental, y en conjunto un mal melodrama, del género Ennery. Ahora, por lo que toca á lo que pueda valer el señor Glouvet como particular y como magistrado, no digo nada, porque no le conozco.»

Así habla el hombre sincero, brutal si se quiere, pero leal con el público: así debo hablarse: y si en España tuviese alguien el valor necesario para emitir (poseyendo autoridad) juicios da esta índole, caerían por tierra muchas usurpadas reputaciones que á la sombra de la política se han entronizado en el Olimpo literario. En efecto; aquí es comunísimo que para justificar encumbramientos no fundados en servicios á la patria, se aleguen méritos literarios que son, poco más ó menos, del género de los de Glouvet, tan dura, pero tan valerosamente demolidos por los puños taurinos del implacable y poderoso Emilio Zola,

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