* * *

Yo, en cambio, estaré en mi elemento. Acostumbrada á viajar y familiarizada con París por largas residencias, cada cosa se me presentará en su verdadero horizonte, y el París moral e intelectual (el que no se ve con guías ni en un mes), se destacará de nuevo para mí sobre el murmullo ensordecedor del gran Certamen. Lo que en él contemplare con más ilusión será la instalación de la República Argentina en especial, y en general todas las hispanoamericanas. Dentro de ellas no me creeré en el extranjero, porque la América del Sur es para nosotros, en particular para los escritores, una joven y dulce patria: no lo sabré decir con frase lírica, pero lo siento con intensidad y profundidad. En eses Estados nuevos se cifra el porvenir de la raza española.

Pero ante todo, pensemos en lo material del viaje, en elegir el momento más á propósito para encontrar á París en su plenitud de animación, dejando antes transcurrir este mes de Abril, que se presenta frío, lluvioso é ingrato como si fuese el más inclemente Marzo ó Febrero. Por ahora, es indudable, nadie se arroja á ponerse en camino: el invierno no se ha despedido todavía y nos lanza al rostro puñados de granizo; el teatro Real no ha cerrado sus puertas, y resuenan en su escenario los divinos acentos de la voz de Gayarre, canto de cisne de la temporada teatral que y agoniza; las señoras no sueltan aún los boas, los manguitos y los abrigos de pieles; aún no se come fresilla, ni las lilas desabrochan, ni las acacias dan olor, ni se vende horchata de chufas... De Francia, en vez de acentos de alegría e himnos á la paz, nos llega el eco de las discordias, las quejas y amenazas del ídolo popular, Boulanger, perseguido y obligado á declararse faccioso; los clamores de la Liga de patriotas y el fatídico acento de la prensa, temerosa de que se altere el orden público. Por consiguiente, hay tiempo de arreglar sosegadamente la maleta, de buscar alojamiento en París, y de escribir despacio la carta próxima, á la cual ésta sólo sirve como de sinfonía ó preludio en que, mezclados ó entreverados á capricho, resuenan los motivos principales de la cantata que con sus coros, arias, concertantes y dúos, se cantará después de alzado el telón del gran Certamen, y que siempre será oda triunfal.

Share on Twitter Share on Facebook