Toda la ciencia mística, como toda la creación estética, es amor y luz.
EL UNIVERSO SE RIGE por una ley de sideral simpatía, la atracción en los astros es el amor en los organismos, y únicamente gira extravagante de esta norma, aquel soberbio que no puede amar, como suspiraba la ardiente Teresa de Cepeda. La conciencia genética está eternizada en el barro del mundo, por el numen de los sexos, y todo se halla sometido al círculo de las vidas y de las muertes, todo menos la creación estética, verbo espiritual que se perpetúa en influencias diversas de ella misma. La creación estética es una larva angélica. Fruto de la luz, como la clara entraña del día puede ser comparada á una matriz cristalina, donde cada mirada penetra con distinto rayo y alumbra un mundo distinto. Toda expresión suprema de arte, se resume en una palpitación cordial que engendra infinitos círculos, es un centro y lleva consigo la idea de quietud y de eterno devenir, es la beata aspiración. El alma, cuando desnuda de sí, trueca su deseo egoísta en el universal deseo, se hace extática y se hace centro. Entonces el goce de nosotros mismos se aniquila en el goce de las Divinas Ideas. Sólo Dios puede estar en las cosas y amarlas con plenitud, mejor que se aman ellas, porque su mente cifra la conciencia del mundo.
El centro es la unidad, y la unidad es la sagrada simiente del Todo. El centro, como unidad, saca de su entraña la tela infinita de la esfera, y sin mudanza y sin modo temporal se desenvuelve en la expresión geométrica inmutable y perfecta, sellada y arcana. La unidad no lleva mudanza á la esencia de los números, no se multiplica, pero guarda la posibilidad del infinito, porque el infinito es una expresión de ella misma.
El infinito y la unidad son modos del quietismo matemático y alegorías del quietismo teologal. En la esfera está la alegoría sensible de la gnóstica Triada. El Paracleto se simboliza en la sagrada simiente del centro. El Demiurgo en la universalidad de la forma. El Verbo en el enlace de la forma y la esencia. El centro es la razón de la esfera, y la esfera, la forma fecunda que desenvuelve las infinitas posibilidades del centro. La expresión inmutable de la unidad se transforma en la expresión inmutable del Todo. Unidad Potencial es el centro, y la esfera, Unidad Actual. El Verbo es su enlace, la cópula eucarística realizada fuera del Tiempo.
El corazón que pudiese amar todas las cosas sería un Universo. Esta verdad, alcanzada místicamente, hace á los magos, á los santos y á los poetas: Es el oro filosofal de que habla simbólicamente el Gran Alberto: ¡La Piedra del Sabio! Todas las cosas bellas y mortales, cuando revelan su íntimo significado, se aparecen como pantáculos de los números solares. La creación estética es el milagro de la alusión y de la alegoría. Solamente los ojos del iniciado aciertan á mirar una oveja en el rebaño, como el pastor y como el lobo. Solamente el iniciado descubre la eternidad de los Destinos. En vano las imágenes del mundo cambian, trashuman, desaparecen, y en vano se suceden las vidas, el goce de amor es siempre uno para el alma que mora vestida de luz en el castillo hermético, purificada la visión interior hasta gozar de todas las cosas en la Eternidad de su Idea. El milagro del éxtasis engendra el Universo. La unidad, inmutable como la divina substancia fecunda, saca de su entraña la expresión, también inmutable, de lo infinito. Sólo el número, llamado siempre á mudanza, es plural.